lunes, 14 de marzo de 2011

La IV edición del Seminario Atlántico del Pensamiento se celebrará del 16 al 18 de marzo en el Cicca

Filósofos, científicos sociales, políticos y críticos de arte de proyección mundial debaten sobre Latinoamérica como laboratorio mundial

Las Palmas de GC, 14 de marzo de 2011 | Debate | Gabinete de Prensa.

La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se está convirtiendo progresivamente en un espacio del saber de nivel internacional acerca del estado de la época. Lo era ya de la música, ahora también del arte y del pensamiento. Y, de hecho, se ha convertido en ámbito de encuentro emergente entre intelectuales europeos, latinoamericanos y africanos. Y una muestra palpable de esto mismo la encontramos en la IV edición del Seminario Atlántico de Pensamiento, que reúne esta semana a personalidades latinoamericanas de referencia internacional de la cultura, la política, las ciencias sociales, las políticas públicas e incluso el psicoanálisis.

Entre los doce conferenciantes figuran el Secretario General Iberoamericano, Enrique V. Iglesias; el ministro de Cultura Argentino, Jorge. E Coscia; el escritor mejicano Jorge Volpi; o el ‘número dos’ de la Organización Mundial de la Salud, Paulo M. Buss. O bien Sonia Fleury, una de las principales asesoras del ex presidente Lula da Silva y de su sucesora, Dilma Rousseff.

Esta dimensión de la capital grancanaria como espacio de encuentro no es una novedad. Constituye una auténtica puesta en acto de una dimensión cosmopolita, multicultural, híbrida, fronteriza y transoceánico que fue fundacional de esta ciudad ya en los inicios del período moderno.

La IV edición del Seminario Atlántico de Pensamiento, un evento que, en sus últimas ediciones y en la siguiente, ha estado estrechamente vinculado a la candidatura de la ciudad a Capital Cultural Europea en 2016, dan buena cuenta de la llamada tricontinentalidad canaria: un hecho que deriva de su condición de singular territorio o europeo en lo político, económico, social y cultural, físicamente situado junto a África y con una secular y ahora, de nuevo, creciente y reactualizada proyección latinoamericana.

Esa dimensión tricontinental, un hecho histórico rotundo durante siglos pero que con el tiempo también se volvió un discurso que a veces pecaba de falta de contenidos, se vació, está volviendo a ofrecer su mejor perfil. Y lo está haciendo, por otra parte, en un contexto histórico muy distinto: al final de lo que los expertos consideran la primera fase de la globalización, que ha concluido con la crisis sistémica en la que aún nos hallamos.

‘LATINOAMÉRICA, LABORATORIO MUNDIAL’

Latinoamérica se ha convertido en un laboratorio mundial, en un espacio propicio para acontecimientos de significación universal y procesos inéditos, ahora en curso, de alcance todavía insospechado. En realidad ya lo fue en el siglo XIX, durante la emancipación colonial, cuyo bicentenario se conmemora ahora, como gran ensayo liberal de la época. La aceleración latinoamericana es fruto de un sinfín de fenómenos políticos, económicos, sociales, culturales, urbanos y urbanísticos, migratorios, identitarios y simbólicos endiabladamente complejos, muchos de nuevo cuño, que comenzaron en la etapa post Berlín y han tomado forma en la primera década del siglo XXI. Destacan un crecimiento económico acelerado y con frecuencia caótico de muchos países, la recuperación de la soberanía sobre imponentes recursos energéticos y naturales, la vuelta del protagonismo de la política y de las formas democráticas no sin controversia y, por último, una explosión cultural espectacular (cine, arte, literatura, música...), seguramente superior a la de los años sesenta y setenta del siglo XX, que convergen para producir un fenómeno con evidente proyección global.

La IV edición del Seminario (www.seminarioatlantico.org), que comienza el miércoles 16 de marzo a partir de las 10.00 horas en el Cicca, se propone analizar esta realidad latinoamericana, no sólo en sí misma, sino en su dimensión más prospectiva y universal. Es decir, se plantea ver en qué sentido y por qué la nueva particularidad latinoamericana –que habrá que diseccionar y problematizar a fondo- puede pasar a simbolizar en las próximas décadas la forma de la universalidad que en gran medida se corresponde con la segunda fase de la globalización en lo que hace referencia al mundo occidental y a sus principales proyecciones y sombras.

 Y contrastarlo también con lo que sucede tanto en Europa, Estados Unidos y el resto del viejo G-8 como en otros países emergentes del mundo.

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