viernes, 10 de octubre de 2014

Máxima gravedad

Girona (Cataluña), 10 de octubre de 2014 / Cartas al Director /  Jaume Catalán Díaz

Los agoreros mencionan con naturalidad la Tercera Guerra Mundial, y aunque, por sistema, no se puede hacer caso a pesimistas funcionales, hay que analizar el panorama internacional con realismo, porque solo se logra superar les situaciones límites si se abordan con valentía y sin paños calientes.

Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han pecado de ingenuidad y de oportunismo antes las graves crisis vividas en los últimos años, y la falta de iniciativa ha provocado que en pocos momentos de la Historia se hayan vivido simultáneamente situaciones tan graves y en tan distintos escenarios.

Nadie quiso prever las consecuencias de la llamada “primavera árabe” que ha impulsado el islamismo extremista; ha dejado fuera de juego a dirigentes dictatoriales y corruptos, sin duda, pero eran factores de estabilidad. Hoy la UE y EEUU se hacen cruces ante el Estado Islamista impuesto a sangre y fuego entre Irak y Siria, pero algún país occidental tendría que analizar si estuvo atento o hizo prevalecer sus contratos de venta de armas. Como tendrían que analizar el abandono a los cristianos que mueren, a miles, a manos de los islamistas en un genocidio que debería tener respuesta más efectiva en los despachos donde trabajan los más importante dirigentes del mundo occidental.

Los mismos que apoyaron a los rebeldes sirios se inclinan ahora hacia Bashar El Assad, Libia ha dejado de ser un Estado, varios países africanos se han convertido en centro de operaciones del islamismo terrorista y, por si no fueran suficientes los problemas, Hamas e Israel han vivido –o sufrido- una contienda mortal que tendrá continuidad a corto plazo a pesar de la tregua actual.

Mientras, Rusia entabla una guerra con Ucrania de imprevisibles consecuencias, con una respuesta insólita que hecha leña al fuego: el anuncio de que Ucrania podría integrarse en la OTAN. La mejor forma de dar argumentos a Putin para proseguir con su expansión territorial, porque esa posibilidad rompe todos los acuerdos a los que había llegado Moscú con Bruselas y la Alianza Atlántica. Lo peor es que ni en la Casa Blanca ni en la UE parece que se encuentren las mentes más lúcidas pensando en como resolver los graves conflictos internacionales.

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