miércoles, 13 de julio de 2016

La buena educación

Torroella de Montgrí (Girona), 13 de julio de 2016 / Cartas al Director / Lluis Esquena Romaguera

Cuando paseamos por la ciudad vemos que estamos rodeados de símbolos e imágenes que regulan, aconsejan, ordenan… Nos gusta quejarnos de las normas pero luego parece que no sabemos vivir sin ellas. ¿Dónde ha quedado el sentido común y la educación? Pues no lo sé. Hay docenas de situaciones en las que nos hacemos esa pregunta y es que parece que no sabemos convivir si no contamos con una norma para todo.

Como nada prohíbe fumar en las ventanas y tirar las colillas a la calle desde las alturas, pues lo hago aunque sea peligroso y molesto. Como nada prohíbe escupir, pues ahí que voy sembrado con mi ADN las calles. Como nada prohíbe que mis niños jueguen en el jardín de la calle, pues ahí les tengo entretenidos dando balonazos a los rosales. Que sí, que somos libres de ir i venir, hacer y deshacer, y que para convivir hace falta un poco de talante. Pero insisto en que también es necesaria la buena educación. Luego está la segunda parte: las normas están para saltárselas y efectivamente basta que unos vecinos coloquen en su pared “prohibido dar balonazos” para que la pared se convierta en la portería perfecta. Hay cosas que no se pueden prohibir y es inútil controlar, eso está claro.

Otro aspecto que tal vez necesitamos reforzar como sociedad es la empatía. Con un grado suficiente de empatía no haría falta hacer ver que los balonazos en la pared retumban y molestan mucho a las personas que viven en los primeros pisos. Tampoco haría falta andar increpando a los jóvenes (y no tan jóvenes) usuarios de bicis, patines y patinetes porque  se darían cuenta de que cuando ellos circulan rápido por las aceras, desestabilizan la marcha de los peatones mayores (y les asusta) y pone en riesgo especialmente a los peatones pequeñitos.

Aquí tocaría hablar entonces del carril bici y de las invasiones peatonales que sufre, y entonces nos podríamos estar hasta el año que viene con el consabido y tú más. Pienso que si queremos que nuestra ciudad sea amable necesita empezar por cada uno de nosotros, ¿no creen?

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