lunes, 14 de junio de 2010

Este mes de junio las cumbres más elevadas de la isla se visten también del amarillo del retamón canario

Las altas temperaturas de final de mayo adelantan la floración de los codesos en La Palma


• Destaca la abundante presencia de este endemismo palmero en flor en la zona del Morro de la Cebolla

La Palma, 14 de junio de 2010 | Medio Ambiente | Gabinete de Prensa.
Las elevadas temperaturas de final de mayo y primeros de junio han adelantado la época de floración de los codesos en la cumbre de La Palma, de manera que el color amarillo limón de este arbusto se ha convertido en el tono predominante de toda la cumbre. Otros años hay que esperar a finales de junio o primeros de julio para ver los retamones en flor del Morro de la Cebolla.

Este color, que se mantendrá durante 20 días, domina en el territorio frente a las manchas blancas de las retamas y azules de las violetas, si bien también destaca el intenso color amarillo oro de plantas aisladas y de pequeñas manchas de retamón canario (Genista benehoavensis), endemismo palmero que habita en las cumbres de La Caldera de Taburiente y el Roque de los Muchachos.

El retamón es una leguminosa que cuando es adulta florece en primavera sobre los ramillos del año anterior, como sucede con los almendros, echando miles de flores que deslumbran el entorno con su color amarillo dorado. Suele germinar entre finales de abril y mitad de mayo, cuando todavía hay heladas y comienza una larga sequía, normalmente hasta el mes de octubre o noviembre.

Se trata de una de las plantas preferidas de la zona para ser comida por conejos y cabras, un solo mordisco de conejo le provoca la muerte a edad temprana. Sin embargo, cuando es adulta o tiene varios años rebrota con facilidad aún después de ser comida.

Actualmente, destaca la abundante presencia de este endemismo en flor en la zona del Morro de la Cebolla, fruto de las labores de recuperación de flora amenazada que el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente ha llevado a cabo desde 1993, periodo en el que sólo existían tres ejemplares de esta especie, sobre una parcela de seis hectáreas, que actualmente alberga unas 1.500 plantas adultas de esta especie, junto a pequeñas cantidades de otras estirpes.

Esta labor, que se realiza todos los años a finales de verano, implica medidas tendentes al progreso de las plantas pequeñas, como es el cierre, durante tres o cuatro año, de pequeños recintos de 100 a 200 metros cuadrados, con malla de dos centímetros de luz y 80 centímetros de alto, que permite proteger las plantas de los daños producidos por conejos.

Esta especie además se ve seriamente afectada por el hielo y por la presencia de cabras, amenaza esta última para la cual se ha realizado en la zona durante 16 años un vallado perimetral de 1,20 metros de altura, desmantelado en la actualidad por no ser necesaria su función de protección múltiple debido a que los principales daños hoy en día los producen los conejos a las plantas recién nacidas, uno de los grandes factores de amenaza, junto con la introducción de los arruí, en el Parque Nacional.

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