sábado, 4 de septiembre de 2010

La Viceconsejería de Ordenación Territorial ha cofinanciado la señalética del itinerario

Las salinas de Fuencaliente cuentan con un itinerario autoguiado para visitas educativas y turísticas


• La actuación se enmarca dentro de los proyectos de mejora de los espacios naturales protegidos de las islas

La Palma, 4 de septiembre de 2010 | Medio Ambiente| Gabinete de Prensa.
Las salinas de Fuencaliente disponen ya de un itinerario autoguiado, para canalizar las visitas a este Espacio Natural Protegido situado en la punta sur de la isla de La Palma. El itinerario, que ha sido presentado hoy por el Viceconsejero de Ordenación territorial, Miguel Ángel Pulido, permite conocer las características del espacio y el proceso de producción de la sal, ayudando al mantenimiento de esta actividad tradicional. Además, este servicio refuerza la oferta insular dirigida al turismo de naturaleza, al promocionar los valores del litoral palmero, ya que el Sitio de Interés Científico Salinas de Fuencaliente está en el extremo de la Reserva Marina de La Palma, que tiene su centro de interpretación en el faro de Fuencaliente. El diseño del itinerario y la fabricación de la señalética han sido financiados por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias, dentro de sus actuaciones para mejorar los servicios en los espacios naturales protegidos. La actuación también ha sido cofinanciada con fondos europeos correspondientes al Programa MAC (Madeira-Azores-Canarias).

Las salinas de Fuencaliente son un espacio natural protegido, con categoría de Sitio de Interés Científico, por sus valores naturales -es una zona muy importante para las aves migratorias y de litoral- y paisajístico-culturales -mantiene una actividad artesanal en un entorno privilegiado. Por su ubicación, junto al faro de Fuencaliente y en el punto donde finaliza uno de los senderos más importantes de la isla, el GR 131, recibe un gran número de visitantes. Hasta ahora, estos visitantes realizaban el recorrido por la salina por su cuenta, ya que la propiedad siempre ha mantenido una actitud abierta hacia los turistas, pero sin recibir información ni sobre la protección del espacio ni sobre las características del proceso de producción de la sal.

A partir de ahora, el Sitio de Interés Científico dispone de un sendero perfectamente señalizado, con un total de siete paneles informativos. Este itinerario, de unos 30 minutos de duración, permite visitar la salina de forma ordenada, comprendiendo el proceso salinero, desde la toma del agua salada al proceso de calentamiento y la cristalización final de la sal en los tajos. Además, los paneles contienen también información sobre la normativa de protección del espacio y los valores paisajísticos y bióticos, con especial atención a la avifauna, ya que más de cincuenta especies de aves han sido avistadas en las salinas de Fuencaliente.

Las salinas de Fuencaliente están en activo desde hace cuarenta años y son las únicas en funcionamiento en las islas occidentales. Producen alrededor de setecientas toneladas anuales de sal, que se comercializan en la propia isla, si bien una pequeña parte de su producción – la denominada flor de sal- es exportada debido a su excelente calidad hacia países europeos para su distribución en tiendas gourmet. Como complemento a la producción de sal, las salinas de Fuencaliente van a contar en el futuro con un centro de visitantes, que convertirá este enclave del sur de la isla en visita obligada para contemplar el contraste entre el negro de la lava y el blanco de las salinas, que componen uno de los paisajes más impactantes de la isla e incluso de toda Canarias.

La Viceconsejería de Ordenación Territorial mantiene una estrategia de apoyo a las salinas canarias, ya que como explica el viceconsejero Miguel Ángel Pulido “las salinas en nuestras islas son una actividad tradicional, sostenible y de gran valor ambiental y paisajístico; conservarlas y hacerlas viables es mantener un patrimonio vivo, salvaguardar zonas litorales de gran calidad ambiental y abastecer a Canarias de un producto básico como es la sal artesanal marina con una calidad muy superior a la que viene de fuera”.

Única en la Provincia

De las más de cuarenta salinas que llegaron a existir en Canarias a mediados del siglo XX, apenas quedan en funcionamiento una decena de ellas, la de Fuencaliente es la única de la provincia occidental, y con interrogantes sobre su futuro, ya que, pese a ser una actividad artesanal y tradicional que produce una sal de excelente calidad, esta tiene una salida complicada al mercado, dominado por sales industriales. Por ello, desde el Gobierno de Canarias se apuesta por apoyar esta actividad tradicional, que además contribuye a la sostenibilidad de la región y genera espacios de gran calidad paisajística que se incorporan a la oferta turística complementaria de calidad.

El jardín de la sal

Esta salina, con sus 45.000 m2, es la más reciente de Canarias, y el del tipo “nueva de barro con forro de piedra”, un modelo que aparece en el siglo XIX en Lanzarote. Destaca por el uso del barro como impermeabilizante y el forro de piedra, que aporta solidez. La introducción de nuevos sistemas de bombeo, en lugar de los molinos de viento tradicionales, permitirá aprovechar estos últimos, actualmente en proceso de recuperación, para generar energías renovables.

Recibe cariñosamente el nombre de “jardín de la sal”, por su bello paisaje y por la dedicada labor de sus “jardineros”, los salineros. Sin duda, la reina de este jardín es la flor de sal, las escamas de sal, cuidadosamente “cosechadas” en las cálidas tardes de verano con un proceso laborioso y totalmente artesanal. Esta sal, de menor contenido en sodio y excelente calidad, se exporta a tiendas gourmet de todo el mundo.

Además, las salinas albergan poblaciones de algunas de las formas vivas más antiguas de la tierra. En el ambiente hipersalino del cocedero aparecen formaciones de sal común y yeso, conocidas como “roca viva”. Esta roca es el hogar de organismos primitivos, denominados cianobacterias y arqueobacterias, que también aparecen en manifestaciones volcánicas, como aguas termales o géiseres. Son la prueba de la capacidad de la vida para adaptarse a condiciones extremas y un recuerdo de cómo se originó la vida en el planeta.

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