Madrid, 9 de septiembre de 2010 | Deportes | Gabinete de Prensa - Redacción.
2006, 2007, 2008, 2009, … ¿2010? Cada año por estas fechas la Selección hace vibrar, admira con su calidad, con su carácter, con su capacidad para superar a rivales que se conjuran para acabar con un reinado internacional indiscutible. Desde la humildad España vuela, nuevamente, hacia el éxito.
En el deporte los éxitos del pasado no garantizan los triunfos del futuro pero nos España se ha acostumbrado a contar los últimos campeonatos por medallas. Una generación extraordinaria, forjada desde las selecciones de formación, se convirtió en la columna vertebral de una serie de equipos que dirigidos por diferentes técnicos han ido agrandando el palmarés. El éxtasis empezó en el Mundial de Japón, hace cuatro años, consiguiendo un oro que provocó un nuevo y fundamental estallido del baloncesto español. La Selección, liderada por Pau Gasol, se convirtió en un referente en el deporte nacional tanto por el éxito obtenido como por la forma de conseguirlo. De pronto se empezó a hablar no sólo de calidad y talento sino además de valores. Era ese el resultado de muchos años de trabajo desde una Federación tan implicada con la élite como con la base, forjando generaciones privilegiadas como la del propio Pau Gasol, Felipe Reyes, Navarro, Raül López, Carlos Cabezas, Berni Álvarez, Calderón… Un año más tarde España volvió a vivir una final, la del Europeo celebrado en España y, por primera vez en su historia, una medalla de plata sabía a poco. De pronto, una identidad ganadora se había apoderado de nuestro deporte y ya nadie se conformaba con nada que no fuera el éxito total.
EL MEJOR PARTIDO DE LA HISTORIA- TRIUNFAR SIN GANAR
Ese éxito total -aunque no el oro- llegó en los Juegos Olímpicos de Pekín donde la final ante Estados Unidos ha pasado a los anales del deporte de la canasta como el mejor partido de la historia. España triunfó sin ganar porque protagonizó una de las mañanas más extraordinarias jamás vivida por la afición. Lo que estaban haciendo esos jugadores por el baloncesto y por el deporte español adquiría relevancia social porque, de pronto, las nuevas generaciones se sentían, como ellos, ganadores. Se creaba una nueva tendencia de optimismo desterrando para siempre esa sensación de llegar pero no triunfar del todo que durante décadas había acompañado al deporte español. Pasó un año más y llegó el Europeo de Polonia. Nunca antes una selección había repetido éxitos de manera tan continua, tan insistente, mostrando una regularidad en el rendimiento fuera de lo normal en un baloncesto cada vez más igualado, más competitivo. España, ante el entusiasmo general, volvía a triunfar y en ese campeonato no sólo acababa ganando el oro sino que lo hacía arrasando a sus rivales en semifinales y final.
RELEVEO GENERACIONAL, AMBICION INTACTA
Un rendimiento extraordinario que llegaba de la mano de una serie de jugadores que en sus respectivas trayectorias ya se habían consagrado como estrellas internacionales. Porque además de un Pau Gasol convertido en el primer español capaz de ganar un anillo de la NBA se unían una serie de jugadores que conocían la NBA como Raül, Navarro, Calderón, Rudy, Garbajosa, Marc Gasol… irrumpiendo también otros como Ricky Rubio, el campeón más precoz y reconocido como el mejor jugador joven europeo y codiciado, como Fran Vázquez, por franquicias NBA.
Y ahora ese grupo de jugadores, aún sin Pau Gasol ni Calderón, afronta la definitiva fase de la lucha por las medallas en el Mundial de Turquía y lo hace con el talante de equipo ganador, de conjunto capaz de crecerse en el momento de la verdad. Un grupo de jugadores que afrontan la presión que a otros condiciona con una personalidad impresionante consiguiendo el mejor rendimiento cuanto más tensión rodea los partidos. Eso lo saben ellos y los convierte en más grandes y eso lo saben también sus rivales, algunos de los cuales son capaces de hacer lo que sea por evitar a la Selección en los cruces. Frente a Grecia se enfundaron ese uniforme de ganadores y pese a vivir momentos duros no sólo en el campeonato sino en el propio partido de octavos, supieron reaccionar a tiempo saliendo a relucir su liderazgo.
Ahora se preparan para un nuevo y complicado reto: la subcampeona de Europa, Serbia. Que nadie se lleve a engaño. Ganar para España es tan difícil como para cualquier otra selección porque aún pudiendo aceptar que tienen tanto o más nivel que el mejor equipo del Mundial también tienen en contra el hecho de ser ese campeón al cual todos quieren tumbar. Pero, pase lo que pase, los integrantes de la descollante ÑBA llevarán puesto el uniforme y lo reflejarán en su rostro el próximo miércoles.
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