Madrid, 19 de noviembre de 2010 | Cartas al Director | Por JD Mez
Las dimensiones del revés sufrido por Zapatero en el Partido Socialista Madrileño fueron suficientes para calificarlo como una crisis política fuera de su control. Lo relevante no es el hecho de que su candidata perdiera en las primarias madrileñas, sino la cadena de síntomas que se asocian a esta derrota, producida en este concreto momento político. A un dirigente con autoridad y proyectos suficientes, no le hubiera sucedido esto. La derrota de Zapatero tiene una gravedad cualificada porque carece de recursos políticos mínimos para revertirla a corto plazo, que es la única agenda que puede manejar el presidente del Gobierno. Zapatero no tiene un gobierno sólido y creíble que lo proteja con una gestión eficaz, el cambio tampoco, fuera de los momentos iniciales, está dando los frutos esperados por el partido. Tampoco tiene una opinión pública dispuesta a disculparle los tropiezos que cometa. Por el contrario, la sociedad española exhibe un claro hartazgo del zapaterismo. Ya no cuenta con un partido y con unas bases receptivas a una llamada de cierre de filas en torno a su persona. Lo intentó su equipo más cercano para que Trinidad Jiménez ganara las primarias y falló, lo ha intentado incorporando afiliados de diversos sectores y tampoco. Ante estos hechos, pienso que Zapatero es un lastre para el PSOE.
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