Barcelona, 20 de noviembre de 2010 | Cartas al Director | Por María Ferraz
Zapatero legislará próximamente sobre la muerte digna. Pero en realidad no sabe lo qué es la dignidad. Si lo supiera se habría marchado hace tiempo. Si lo supiera no enmendaría la plana a Dios juzgando quién merece morir. La dignidad humana no es enemiga del dolor, al contrario, hace de lo monstruoso algo sublime, transforma lo inevitable y aparentemente inútil, en crecimiento y vida. Así es como el Hijo de Dios nos redimió, aceptando una muerte y un martirio atroces para abrirnos las puertas del Cielo. Ese es el secreto del cristiano, convertir la muerte en vida, el dolor en socorro espiritual del alma propia y ajena, un dolor que espiritualiza, reduce el tiempo del Purgatorio y eleva hacia Dios. La eutanasia es un abuso que termina siendo, en manos de médicos y parientes, un arma incontrolable, para deshacerse del anciano y del enfermo sin que sea él quien finalmente decida el momento de su traspaso y del juicio ante Dios, que por qué no decirlo, puede significar, esta vez sí, un destino de sufrimiento eterno y sin cuidados paliativos.
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