Girona, 18 de enero de 2011 | Cartas al Director | Jesús Domingo Martínez
El valor intrínseco de la familia es una realidad que una inmensa mayoría de la sociedad española tiene interiorizada. Para los escépticos que dudaran sobre la relevancia de esta institución, la crisis económica y la resistencia de los ciudadanos ante la adversidad han ofrecido las respuestas adecuadas. Un reciente estudio de las autoridades comunitarias reflejó que España ha mantenido en buena medida su estabilidad y firmeza, a pesar de ese 20% de desempleados, gracias al sostén y parapeto que facilitó la familia. Que todavía a estas alturas se discuta o ningunee su valor supremo como capital fundamental de la comunidad civil es algo que no comprendo.
Que el principal inspirador de toda una política desafecta, cuando no beligerante, contra los principios que encarna, haya sido el Gobierno, es algo que no entenderemos jamás y que, sin duda, se ha vuelto en su contra. La familia es hoy la institución más valorada por los españoles, mientras que el Gobierno ocupa el último lugar en las preferencias de los ciudadanos. Pienso que aún están a tiempo de rectificar, lo que hace falta es voluntad.
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