Madrid, 5 de febrero de 2011 | Cartas al Director | Lisa Justiniano.
Los termómetros de mercurio han sido prohibidos: el contenido de uno solo de ellos puede contaminar todo un lago. ¿Y si inyectáramos mercurio directamente en el torrente sanguíneo de un bebé de 3 kg de peso? El Timerosal, agente conservador de las vacunas infantiles, contiene una nada despreciable cantidad del mismo. Sanofi, Glaxo.. son algunas de las farmacéuticas que tiene litigios pendientes de particulares, acusadas de la actual epidemia alarmante de autismo.
El Dr. José Lapenta R. (Venezuela) afirmaba: “antes de 1970 la tasa de autismo era de 1 por 2000, entre 1970-90 subió al 1 por 1000 (aquí creció la vacunación con la triple DPT con Timerosal). En el 2.000 es ya del 1 por 150. En los años 80 y 90 se agregaron 2 nuevas vacunas con Timerosal: la HIB (multidosis) y anti hepatitis B”. En Italia, el laboratorio Sanofi, reconoce en el prospecto de su vacuna DTP (triple bacteriana), el autismo como efecto colateral.
La organización Safeminds evaluó que este conservante aumenta los “desórdenes neurológicos: retrasos en el habla, tardamudeo, déficit de atención, hiperactividad”... En general, las vacunas, por poseer tóxicos como el formaldehído, aluminio, agentes bacterianos y víricos, según investigaciones científicas independientes, son causantes del Síndrome de Muerte Súbita, convulsiones, retraso mental, dislexia…
Hace unos días se informó que en El Reino Unido cuarenta niños fallecieron después de una vacunación de rutina y 2.100 más sufrieron inflamación cerebral, epilepsia o coma. Si se calcula que sólo el 10% de los médicos informan o relacionan estas reacciones y muertes con la vacunación, significaría que 400 niños murieron y 21.000 fueron afectados por vacunarse.
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