Girona, 2 de marzo de 2011 | Cartas al Director | Jesús D Mez Madrid
A pesar del triunfalismo con el que se está analizando la situación del Norte de África en ciertos sectores sociales y políticos, nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que va a suceder a partir de ahora en los diferentes países afectados por las revueltas populares.
Un indicador claro de la encrucijada en la que nos encontramos es la terrible situación en la que se hallan las libertades fundamentales en esos países, y, en concreto, la situación de persecución religiosa a la que se enfrentan las minorías cristianas. En Túnez, patria de San Agustín, por ejemplo, han sido asesinados dos religiosos en los últimos días; en Egipto, además de los atentados sufridos recientemente, no podemos olvidar que, bajo una situación de aparente normalidad, los cristianos han vivido, con Mubarak, en un auténtico gueto; y en países como Indonesia o Pakistán las amenazas de muerte por parte de los fundamentalistas islámicos se multiplican y se producen casos tan alarmantes como el bien conocido de Asia Bibi, condenada a muerte por supuesta blasfemia. Por ello pienso que el futuro de los cristianos está en un escenario de incertidumbre.
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