SALT (Girona), 26 de abril de 2011 | Cartas al Director | Jesús Martínez Madrid
Las páginas de la revista "El magisterio español" recogían una entrevista, el pasado mes de enero, a Gregorio Peces Barba sobre educación, libertad religiosa y presencia de la religión en la esfera pública. El tono de las declaraciones destila el peor de los estilos posible, impropio de un académico que es, además, uno de los padres de la Constitución Española de 1978.
Peces Barba es un defensor acérrimo del laicismo decimonónico y del monopolio estatal de la educación. Recusa a los padres como educadores, desprecia la libertad de educación, y cómo no, se mofa de todos aquellos que escogen la asignatura de religión católica para sus hijos. Es difícil encajar estas declaraciones porque están cargadas de un profundo espíritu sectario. Peces Barba parece abjurar de aquella transición a la que colaboró, lo mismo que de la matriz cristiana en la que forjó su primer pensamiento.
Desde hace años juega a la dividir a los españoles, a desmontar el pacto constitucional en materias tan delicadas como la educación y la libertad religiosa. En vez de mirar al futuro, es uno de esos intelectuales que pretenden desandar el buen camino andado por nuestra sociedad. Dice que España se merece un poco de anticlericalismo: lo que no se merece la sociedad española es a este prócer del sectarismo.
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