Málaga, 2 de agosto de 2011 | Cartas al director | Isabel Caparrós Martínez.
Sr. Director:
Europa lleva en su mano una corona de estrellas que al cielo dirige mirándose en ella. La del toro que quiere protegerla la cantan sus ojos y su apostura aguerrida que avisar quiere al mundo de que nadie ose acción alguna que pueda dar lugar a borrar de la memoria sus raíces y esencia.
Tú fuiste, Europa, secuestrada para ofrecerte como promesa nueva capaz de hacer renacer en los europeos alegría y orgullo de ser tuyos y demostrar al mundo que eres capaz de enseñar a todos más sobre igualdad, libertad, solidaridad, etc., etc. Más tú embeleso, mirando esa corona, a tus pies ha alejado del suelo y has dejado que tus hijos no hagan bien las tareas de llevar las cuentas. Ahora has de elevar al cielo al toro asido por sus astas con tus manos y la fuerza que te deben dar tu inquietud y deber de proporcionar a tus ciudadan@s próspero porvenir de convivencia y unión para tu grandeza, lejos, definitivamente, de lo que fue tu pasado de preñez y parida de guerras y guerras.
Europa está triste, como yo al verla. Algo tienen que tener de bueno las crisis para algunos cuando duran tanto y dan lugar, con lo que llevamos de Historia, a ellas. Cuando, junto con no poder cubrir nuestras necesidades con unos ingresos suficientes para proporcionarnos el alimento y el vestido, queda en evidencia la falta de voluntad, por parte de quienes ostentan el poder, de arrojo y disposición para trabajar en consonancia, cumpliendo su deber, por afrontar las necesidades del momento.
Mucho me temo que, por mucho que les sobraba a los hombres que propiciaron el inicio de un camino con un interés común de los pueblos europeos, con el objetivo primordial de la distensión y la instauración de la paz mundial, propiciadas por la reconstrucción y reconciliación de Europa, tras el desastre hitleriano de la Segunda Guerra Mundial, algo ha fallado en quiénes se encontraron en sus manos la herencia de Jean Monnet y Robert Schuman.
Me transmitieron el concepto de “valerme por mí misma” para poder sustentarme dignamente y, además, procurar, no sólo no ser una carga para las instituciones y la sociedad, salvo que el infortunio actuase, sino también serles útil siendo una “obrera productiva”, como algo consustancial a todos y cada uno. Es algo tan elemental que, atrapada desde siempre por el sentido de la Cruz de Cristo, solamente con los años y lo vivido he descubierto que es imprescindible que, ya sea por esa Cruz, o por lo que a cada un@ nos proporcione una mente lo suficientemente sana para tener claro que nosotros tenemos que respetarnos respetando a los demás, hacer considerar y respetar nuestras creencias y nuestras ideas con nuestro respeto a las de los demás, que cada día estemos más lejos de no movernos por la inquietud de ser útiles a la sociedad de la que formamos parte, para que ese proyecto avance sin pausas ni retrocesos y, al unísono, en cada rincón de España, en cada pueblo, en cada barrio, con el ejemplo de los gobernantes quiénes, todo lo contrario de lo que algún@ llegó a decir: “el dinero público no es de nadie”, tenga clarísimo que el dinero público es el sagrario del altar mayor de la Catedral más grande de la Tierra como son los pensionistas, los trabajadores, los discapacitados, los enfermos, los jóvenes que necesitan emanciparse, “a su edad”, y se encuentran atrapados dependiendo de los padres, como éstos lo están sin ver nacer a nietos, o teniéndolos que criar también a ellos.
Han pasado 36 años desde la muerte del dictador. 36 años que nos llevan recordando lo malo que fue soportar su yugo durante 36 años, desde 1939 hasta 1975; y la guerra, y los muertos. Y cuando me vengo a dar cuenta la vida de aquellas niñas pobres de postguerra, que renunciaron a tanto por ser instrumento valiosísimo para que los hombres de hoy nos ofrezcan una hermosa democracia, tan lejana de aquéllos 36 años, hay veces, sí, que siento que ese renunciar (a la formación en igualdad, por ejemplo) no ha servido si no, para que vag@s que parecen ser hijos de padres turuntuntún, ya que más bien parecen titiriteros, hayan querido tirar todos nuestros derechos en torno a la libertad y al Estado Social y Democrático de Derecho, a donde caigan o lleguen a caer, marchándose con todas las pagas y las pensiones a un tiempo, comprándose puestos buenos con ese dinero sagrado, de “viejecic@s sin dientes”, de ayudas de natalidad, de guarderías, de residencias. 36 años no han servido en Andalucía ni para terminar la autovía Granada-Almería ¡Y yo que soñaba poder ir a Almería desde Málaga en ave algún día!
Hoy son tantas las cosas que no cuadran en mi cabeza que prefiero dejar la conversación para otro día.
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