El autor crea una poesía de los sentidos aferrada a la vida, según la prologuista de la obra, Ángelica Santa Olaya
Santa Cruz de Tenerife, 26 de septiembre de 2011 | Cultura - Libros | Gabinete de Prensa.
El mar de nadie es -en palabras de Ángelica Santa Olaya en el prólogo de la obra- «una poesía de los sentidos, y por ello, también aferrada a la vida».
Asimismo, según esta poeta y crítica literaria: «Domingo tiene la facultad de poder reunir lo inmenso y lo pequeño en unas cuantas líneas, tal como le es propio a la poesía de una manera sutil que fluye como el agua, gota a gota, inundando la emoción».
Según Antonio Arroyo Silva: «Domingo siquiera se define como poeta, no como hacedor de una realidad distinta a la que le rodea. Su poesía es como la música que lo conecta no sólo con las personas sino con todos y cada uno de los elementos que le rodean y acompañan: el agua, el aire, el fuego, la tierra... todos en constante movimiento y diálogo sinestésico, sinérgico, vivo».
Trayectoria del autor
Domingo Acosta Felipe nació en Santa Cruz de La Palma en 1957. Espeleólogo e investigador, ha sido descubridor de varias estaciones rupestres del patrimonio arqueológico canario. Desde los años 90 escribe de forma regular, compartiendo manuscritos y recientemente también a través de publicaciones como Convocatoria, Grietas, Propuesta de México o Acorde de la isla de La Palma. Figura en la «Antología de la Poesía Canaria» de la revista Isla Negra. Es autor de los poemarios: El mar de nadie, A ese nombre interminable, Granos de arena o Memoria de unas
olas.
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