Girona, 9 de marzo de 2012 / Cartas al Director / Enric Barrull Casals.
El hecho de que Benedicto XVI haya querido hacer coincidir el inicio de este Año, en octubre de 2012, con el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II es también un oportunidad para volver la mirada a la herencia de los Padres Conciliares, interpretada no desde la ruptura, sino a la luz de la historia y la tradición de la Iglesia. Los contenidos esenciales de la fe, que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes, tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado.
Pienso, Sr. Director, que “El Año de la Fe” será una gran oportunidad para ofrecer ese testimonio del que el mundo actual se encuentra tan necesitado. Y habrá de hacerse con la creatividad de la caridad, con valentía, porque la fe implica un testimonio y un compromiso público. Y en medio de dificultades también nuevas, en medio de una sociedad sometida a un cambio de mentalidad que reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad.
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