Girona (Cataluña), 11 de mayo de 2012 / Cartas al Director / Jesús Domingo Martínez
La esencia de la fiesta universal del 1º de Mayo mantiene todo su vigor y nos recuerda que el trabajo es una dimensión esencial de la dignidad humana. Y aquí la responsabilidad compete a la sociedad entera, desde un Gobierno que legisle con cordura a unos empresarios, sindicatos y trabajadores que arrimen el hombro solidariamente. El trabajo, por duro que sea, no es una condena sino un instrumento de liberación, una exigencia de la condición humana y una participación en la obra de la creación, además, me atrevería a decir con san Josemaría Escrivá “un medio de santificación”. También Jesús aprendió a trabajar en el hogar de Nazaret bajo la guía de San José, el carpintero. De ahí nace una mirada de estima y valoración del trabajo que es uno de los fundamentos de nuestra civilización. Por eso no hay progreso humano sin recuperar el verdadero sentido del trabajo y sin que éste sea adecuadamente tutelado.
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