Lima (Perú), 08 de julio de 2013 / Economía / Miguel Gilaranz (Corresponsal en Perú) - ASSOPRESS
Ollanta Humala, Presidente de la República del Perú, hace un alarde de la bonanza económica ante representantes de las principales empresas Españolas que operan en el país andino. Cualquier motivo es bueno para tomarse un café en el Hotel Country Club de Lima, pero si además de desayunar, tienes la oportunidad de escuchar al Presidente de la República del Perú, mejor que mejor, porque el escenario es imponente e importante. Importante como lo son el Hotel Palace o el Ritz de Madrid, e imponente porque el Country está reconocido como Patrimonio Cultural del Perú.
Pero volvamos al café, gentileza de nuestros compañeros de los diarios La República del Perú y El País Español y tampoco olvidemos a Ollanta Humala quien, en el ecuador de su mandato, lleva un par de semanas bombardeando a los medios de comunicación con noticias de economía, todas buenas claro está, y lo hace de una manera tan insistente, que pronto comenzaremos a escucharle la frase de… “Perú va bien”.
La verdad es que Perú va muy bien, porque mantener una tasa promedio de crecimiento del 6% interanual durante 15 años consecutivos, es decir mucho, o muchísimo. Y eso que aquí, como en España, se incumplen, pero al revés, las previsiones económicas de los analistas. Es lo que les ha ocurrido a los expertos de Reuter, que auguraron un aumento de la economía peruana en el mes de abril del 7,2% y a los técnicos más optimistas del Banco Central de la Reserva (BCR) quienes predijeron un 7,4%. Pero la realidad, que es muy tozuda, ha confirmado oficialmente un crecimiento real del 7,6% ¡Qué barbaridad!
Con estos datos, no es de extrañar la media sonrisa que se dibuja en el rostro de Humala ante su foro. El mandatario aprovecha la ocasión y “saca pecho”, y apunta como uno de los principales motivos del “milagro peruano”, el haberse abierto al mundo con la firma de Tratados de Libre Comercio con China, USA y más recientemente con Europa, que unido a cierto consenso nacional en política económica, parece haber mantenido el rumbo de un país, al que él mismo estuvo a un “tris” de “Chavizar”. Sería por la Gracia de Dios o la de sus asesores, que consiguieron hacer girar a Humala ciento ochenta grados, evitando que Perú transitara los caminos de la izquierda americana, que hoy por hoy, no conduce sino al abismo económico y a una soledad internacional incompatible con los tratados firmados.
¿Cuál es la fórmula mágica de Ollanta Humala? La mayoría de los analistas afines al gobierno mantienen que su éxito consiste en “dejar hacer”, postura que ha tranquilizado a los mercados y por supuesto, a los inversores. Personalmente creo que el Presidente de la República del Perú está haciendo bueno ese refrán castellano que dice “cuanto ayuda quien no estorba”.
Y ante los Telefónica, los Repsol, los BBVA… nos habla de generar y redistribuir la riqueza, reducir pobreza, etc, etc, pero si algo me llama enormemente la atención, es que él mismo reconoce su “batalla diaria” contra la burocracia peruana. Un siniestro lugar por donde deambulan algunos funcionarios que no generan confianza y que, en muchos casos, se limitan a introducir “palos en las ruedas”, sin importarles las consecuencias que sobre miles de ciudadanos puede suponer, por ejemplo, bloquear o paralizar obras de represas destinadas a la micro agricultura, o mantener “cuasi” aisladas zonas del país. No olvidemos que el 30% de la población vive en el Amazonas.
Lo más sorprendente del discurso del Presidente, es que nos intenta convencer de que “el 60 por ciento de la población peruana es clase media y demanda servicios de calidad”. Y para satisfacer esa demanda, pide apoyo e inversión de empresas Españolas a las que califica de “modernas y competitivas”. Su objetivo es “crear un estado moderno y ágil que resuelva los problemas en el resto del país”.
¿Un 60 por ciento de la población pertenece a la clase media? Después de escuchar esta sorprendente frase, lo primero que se me viene a la cabeza es cómo se determina en el Perú quienes y cuando pasan a formar parte de tan deseado grupo estadístico.
Qué Perú ha reducido y está reduciendo la pobreza a pasos agigantados es cierto, pero de ahí a afirmar que dieciocho de los treinta millones largos de habitantes que tiene este magnífico país, viven con una calidad de vida propia de países occidentales, es mucho decir. La prueba la tenemos a diez soles (tres euros) en taxi del downtown de Lima. En el extrarradio descubres el verdadero reto para los políticos peruanos. La inversión ha de llegar, pero ha de focalizarse no solo en Lima, "La Gran Lima" que fagocita la mayoría de los dólares que llagan al país andino y que después de una larga digestión, regurgita unas sobras que se esparcen caprichosamente por el resto de la nación.
Lo cierto es que aún es largo el camino por recorrer, y ese es el motivo por el que Perú es tan atractivo para inversores y emprendedores. Pero ha de hacerse con cuidado, porque invertir por invertir, es lo mismo que correr y comer a la vez, tarde o temprano, te atragantas. Confiemos que a Ollanta Humala no le pique el “mosquito del optimismo”. No es el momento, porque no hay elecciones a la vista. Solo queda confiar, cruzar los dedos y recordarle al Sr. Presidente, una y mil veces que…“cuanto ayuda quien no estorba”.
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