Girona (Cataluña), 10 de julio de 2014 / Cartas al Director / Pedro J. Piqueras Ibáñez
Justo cuando el Mundial de Brasil entraba en su recta final, nos ha dejado Alfredo Di Stefano y, aunque no soy aficionado al deporte que llevo al triunfo a “la saeta rubia”, quiero dejar mi recuerdo a la persona que sin duda ha sida más que un futbolista. Por lo que a lo largo de su vida he ido observando, la personalidad de don Alfredo, de fuerte carácter en un primer contacto y hombre de gran bonhemía a decir de cuantos le conocieron de cerca, hombre con muchas virtudes humanas, ha trascendido al mundo del fútbol. Di Stefano, el futbolista total, el argentino humilde que hizo las Europeas, el que llamaba “vieja” a la pelota y pasto al césped, el que mereció una película, es la viva imagen de una España en blanco y negro. No es en absoluto una imagen peyorativa. Sin añoranzas de que cualquier tiempo pasado sea mejor, la época que ha marcado don Alfredo nos deja algunos valores que nunca pasan de moda. Uno de los más importantes es el debido respeto a nuestros mayores, aunque solo sea por cuanto nos enseñaron y por cuanto podemos seguir aprendiendo del legado que nos dejan.
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