Girona (Cataluña), 04 de febrero de 2015 / Cartas al Director / Jaume Catalán Díaz
El papa Francisco señalaba ante el Consejo de Europa la importancia de la contribución y la responsabilidad europea en el desarrollo cultural de la humanidad, destacando que “para caminar hacia el futuro hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y también se requiere el valor de no esconderse ante el presente y sus desafíos. Hace falta memoria, valor y una sana y humana utopía”.
“Estas raíces, subrayó Francisco, se nutren de la verdad que es el alimento, la linfa vital de toda sociedad que quiera ser auténticamente libre, humana y solidaria. Sin esta búsqueda de la verdad, cada uno se convierte en medida de sí mismo y de sus actos. Esto –dijo– lleva al sustancial descuido de los demás y a fomentar esa globalización de la indiferencia que nace del egoísmo. “Del individualismo –continuó– nace el culto a la opulencia, que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos”.
Junto a las raíces, el Papa se detuvo también en dos de los desafíos actuales del Continente: el reto de la multipolaridad de Europa y el desafío de la transversalidad. Y es que hablar de multipolaridad europea es hablar de pueblos que nacen, crecen y se proyectan hacia el futuro. Hoy Europa es multipolar en sus relaciones y tensiones.
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