Piera (Barcelona - España), 04 de enero de 2016 / Cartas al Director / Pilar Montalbán
Muchos aprovechamos estas fechas para hacer revisión del año que ya pasó con la intención de mejorar en algún aspecto de nuestra vida. Algunos se decantan por la salud, otros por las relaciones personales y la minoría por acrecentar su trato con Dios.
Sí, porque un óptima relación con los demás depende de que estemos bien con el Creador y sustentador de nuestros espíritus. Dios, que además es Padre, necesita que nosotros entablemos un vínculo personal con Él, el cual sólo se logra con la apertura de mente hacia esta realidad y con el propósito de hacer que se cumpla en nuestras vidas lo que Él señaló como directrices de un buen vivir, esto es, un modo de vida que nos hiciera felices dejándonos satisfechos con nosotros mismos, dichosos de ejercer el plan que Dios nos tienen preparado a cada uno, eficaz y competentemente.
¿Y dónde está ese plan sino en el compendio de los mandamientos de la ley de Dios? Pues tan pobres somos de entendederas que hasta nos ha de mandar que le amemos a Él y todos los demás hombres sin hacer distinciones de cargos, posiciones o simpatía.
Este es pues un buen propósito para 2016: caer en la cuenta de que Dios nos ama y nos perdona, pero también de que exige de nosotros seguir su elenco de disposiciones, si es que de verdad queremos alcanzar ese Cielo de felicidad sin límites que nos ha preparado después de esta vida, que en tantas ocasiones está llena de sufrimiento y conflictos.
El amor lo puede todo, el amor lo es todo y aunque esta palabra esté ya desgastada por un uso fraudulento, vale la pena darle un nuevo sabor, que viene del espíritu y que tienen su origen en el Dios-Amor cristiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario