Agaete (Gran Canaria - Canarias), 14 de junio de 2016 / Artículo de Opinión / Fernando Báez - Sacerdote.
... de cabra -de sus cabras-, con gofio, enfermó. Pues, no es lo mismo comer leche de cabra, una buena taza jalada a gofio, que tomar agua chirri (leche, que es agua con unos polvos blancos, que tiene de leche, lo que yo de chino o japonés. Y es que Antoñito -y hoy ha sido y es su día, pero ya ni se entera, desde que dejó de alimentarse como Dios manda, fue p´tras, y p´tras, que ya ni conoce a sus mejores amigos (David, Marcial, el Padre Báez...), y si se le pregunta algo, aparece el niño que fue, el joven que ya no es, no coordina, nada sabe, ni de cabras, ni de nada, de las cabras, ¡cuando fueron su vida!, y mientras estuvo bien alimentado, las cuidaba con esmero, vivía para ellas, y de ellas, pero le quitaron las cabras, unas sobrinas con las que vive, pues viudo y sin hijos, el pobre quedó sin su tesoro, y sin su vida, ahora vegeta, ahora no es ni Antoñito, ya no tiene conciencia de sí, ni sabe dónde está, ni qué hace o deja de hacer. Pues, quitarle las cabras, fue el comienzo de sus enfermedades, comenzó su muerte (y aún malvive); su salud fueron siempre de hierro, gracias a sus cabras, que además le aportaban dinamismo, acción, compromiso, salud, vida...; ahora, Antoñito, sin saberlo, espera a la que se lo llevará al Otro mundo, y todo, porque le quitaron las cabras.
El Padre Báez, que conoció a Antoñito, cuando era Antoñito, ahora anda por los 86, lleno de vida, ¡cuántas historias y protagonismo en todo ese norte de la isla!; ahora vegeta, sin norte, cundo le quitaron la ganadería, un par de cabras, que era su mejor medicina y prevención.
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¡Ya hiciera el cabildo de ca-brito y de ca-morales, otro tanto!:
Saludos:
El 12/6/2016 10:05 AM, "J. S. C." escribió:
Padre Báez están poniendo en la televisión Canaria lo de las apañadas del Hierro
El Cabildo tiene una zona que le llaman la Dehesa donde los ganaderos pueden llevar sus animales durante cuatro meses donde las dejan libres.
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“... estamos saciados de desprecios...” (salmo 122).
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