Girona (Cataluña - España), 12 de junio de 2016 / Cartas al Director / Jesús Domingo Martínez
Siempre se ha dicho que la montaña es traicionera, pero quizá solo lo han comprobado quienes van con frecuencia. Puede uno prever que hará “buen” tiempo, o sea sol, temperatura no demasiado extrema, ninguna posibilidad de lluvia. Y resulta que toca viento, imprevisto, fortísimo, violento. Según subes por la pendiente piensas si deberías darte la vuelta o sigues, porque si en la ladera hace mucho viento, en la cresta es intratable.
La última vez que tuve esta experiencia pensaba que el montañismo es como la vida. Una afección cardiaca ya no me lo permite hacer. Al final lo difícil es prever y lo importante es perseverar. En la vida hay muchos momentos duros, dificultades que parecen insalvables. El viento es muy fuerte y apenas deja caminar.
Y esto es lo que pasa en la vida, solos podemos hacer poco, con el aliento y el apoyo de los demás nos sentimos fuertes, seguros, aunque pueda parecer imposible mantener el ritmo, seguir la marcha, sortear los obstáculos que la vida –que a veces es traicionera como la montaña- nos pone en medio. La vida cristiana, en un ambiente eminentemente pagano, con una clara tendencia hedonista, a veces da la impresión de demasiado difícil. ¿Cómo puedo yo seguir adelante si no me ayuda nadie, si no hay quien me dé una mano, un consejo? Pero la verdad es que sí hay quien nos ayude, además de la Gracia de Dios que nunca falla, siempre hay otros cristianos a los que podemos acudir.
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