Agaete (Gran Canaria - Canarias), 26 de julio de 2016 / Artículo de Opiniòn / Fernando Báez - sacerdote.
... dícese del desinquieto, que no para la pata, y se pasa el día de un lugar para otro, sin sentar cabeza, como buscando sin saber qué. He ahí otra de las muchísimas expresiones que debemos al gallinero o a sus moradoras las gallinas, que desinquietas, y como locas, andan buscando donde echarse sin encontrar, ya que en ello son muy fijas y nada de cambiarles el nidal, y si se lo quitan, se vuelven y revuelven llenas de impaciencia e inquietud y desesperación. Actitud de toda aquella persona que falta de serenidad, de cordura, anda de un lugar para otro, sin parar la pata, y a ser posible siempre del tingo al tango, de ahí la comparación, una vez más el gallinero cual espejo que refleja actitudes y comportamientos un tanto gallináceos de distintas personas, que lo parecen poco a pesar de serlo, por andar como las gallinas, y no como personas centradas, controladas, dominadas por sí mismas, y no impulsadas por pasiones y descontrol.
El Padre Báez, que sin olvidar a las cabras, espera pasen pronto estos días de calor y de vacaciones, para retomar con fuerza la defensa de nuestras cada vez menos cabras, pues sabida la intención del cabildo -que no comparten los trabajadores, ¡y ni los consejeros!-, les puedo jurar por Dios, que hoy mismo, uno de ellos me confesó no estar de acuerdo con el jefe, pero..., y una señora de 80 años, me dijo -así vea los ojos de Dios- que el tal, el número uno (no lo cito, porque ustedes no son tontos); “¡ese A. M. es un penco!” Y alguien añadió: -tan cierto como Dios que está en su Gloria- “¡los consejeros debieran ser gente del campo, y no técnicos, ni ingenieros, ni universitarios, que nunca han visto ni pisado el campo!”, y ello comentando los 350.000 pinos que quieren plantar en Veneguera en lugar de mangos, aguacates, naranjos, tuneras, higueras, olivos, etc. A tal fin debe movilizarse la ciudadanía y en un nuevo Salvar Veneguera, hayan pacíficas manifestaciones, después de solicitar el debido permiso, y no falten pancartas y carteles como entonces, ahora es peor: pinos en número de 350.000 y ni un solo aguacatero o mango, ningún olivo ni naranjo; es, ¡que están locos! ¿Comprenden ahora, por qué matan a las cabras?, para que no se coman los pinos, ¡Échate otra, totorota!
Unámonos en defender Veneguera; este atentado es peor y más grave que el de otros tiempo atrás, donde se ganó la batalla, ¡venzamos de nuevo esta guerra!, y luchemos por impedir se haga ese desastre; ¡buenos sería fueran plantas de árboles frutales, pero estériles y envenenadores, secadores y rompedores de la orografía de la tierra, no!: Este pueblo debe despertar de la droga del fútbol y lanzarse cívicamente y de forma pacífica a impedir ese desastre y destrozo. Pido, pues, se sumen todos a este repetido grito: ¡Salvemos a Veneguera de una forestación salvaje y esterilizante!
“... alcemos estandartes y nos concedan lo que pedimos, y sea nuestra la victoria... mantengámonos en pie y derribémoslos...” (salmo 19). / “... gocemos con la victoria, y no nos nieguen lo que pedimos...” (salmo 20). / “... nos escuchen... que nos empujan a la muerte... nos escuchen y no se escondan...” (salmo 142).
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