Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 15 de agosto de 2016 /Artículo de Opinión / José Luis Poyal Costa (*) ASSOPRESS
Isabel II, “The Queen”, ha hecho una peineta al equipo de Theresa May y se ha marchado a Escocia, a su “pequeña” residencia de Balmoral. Y decimos pequeña, porque solamente tiene 20.000 hectáreas, pocas comparadas con la finca de la familia reinante en Arabia. Antes de irse de Buckingam recomendó al recién estrenado nuevo gobierno del Reino Unido, que fuese muy prudente a la hora de negociar con la UE las condiciones del Brexit y que ella estaría muy atenta , repartiendo su interés junto a los corgis y los increíbles sombreros que ahuyentan a los mismísimos fantasmas que aún rondan por el castillo de Balmoral.
Y no es para menos la preocupación de la soberana británica. El Banco de Inglaterra acaba de alertar que las empresas británicas están paralizando los planes de inversión y contratación de personal, existiendo síntomas de que la economía del Reino Unido podría entrar en recesión en los próximos meses, ante la incertidumbre que ha generado el Brexit. La pérdida de acceso al mercado único europeo supondrá, al menos, una caída de potencial del 4% del Producto Interior Bruto (PIB).
Las consecuencias de la salida comienzan a ponerse de relieve y ya circulan informes desde Bruselas,señalando los graves riesgos, políticos y económicos, que supone la decisión británica. Se calcula que para el conjunto de la UE sería inferior al 1% del PIB, pero en el terreno político se corre el riesgo de un efecto contagio, que de materializarse provocaría revisiones en las cuentas de la zona euro.
Para nuestro país, según el FMI, el Brexit empezaría afectando en 2017 restando dos décimas al PIB, pero si las negociaciones entre Bruselas y Londres se enquistan, la repercusión será mayor sobre una serie de variables difíciles de cuantificar y que también servirían para que aumentase la presión de los eurófobos.
La primera ministra Theresa May ha dicho: “Brexit significa Brexit y lo vamos a convertir en un éxito”. A tal propósito ha ordenado poner en marcha, para finales de año, el artículo 50 del Tratado de la UE. Una disposición que tiene menos de trescientas palabras y suceptible de diferentes interpretaciones.
Este escenario está ya a pocos meses de centrar la actividad política, tanto de las autoridades comunitarias como de los gobiernos de los estados miembros. En el caso de España, sería muy perjudicial que todavía siguiéramos con un Gobierno en funciones¸ sin los respaldos suficientes para mantener posiciones en la mesa de la UE. Puede haber un conflicto de intereses que exige mucha finura en la negociación.
En nuestro país las empresas británicas han creado 300.000 puestos de trabajo y el saldo comercial es favorable a España en más de 11.000 millones de euros. El golpe del Brexit nos afectará en función de los resultados de las complejas negociaciones entre la UE y Londres. Sin un Gobierno fuerte , podemos ser simples convidados de piedra.
El año pasado 15,6 millones de visitantes británicos eligieron España para sus vacaciones. Una cifra que representa el 23% de nuestro turismo internacional. Si la salida del Brexit se materializa en el 2018, podríamos perder un 10% del turismo inglés. Los perjuicios se extenderían también a las zonas , Levante y Costa del Sol, preferidas para unos cientos de miles de residentes británicos.
Días nublados , apuntan los metereólogos, mientras “The Qeen” veranea en el viejo castillo de una Escocia que no renuncia a la UE.
(*) Periodista. Historiador. Profesor Universitario.
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