· Con el espectáculo ‘All Ways’, que llegará este sábado (20.30 horas) al recinto grancanario
· La compañía del coreógrafo israelí ya ha colgado con este montaje el cartel de ‘todo vendido’ para sus funciones en los Teatros del Canal de Madrid, previstas para enero
Las Palmas de Gran Canaria, 29 de septiembre de 2017 / Danza Contemporánea / Gabinete de Prensa.
Sharon Fridman llega al Teatro Cuyás con ‘All Ways’, el montaje con el que esta prestigiosa compañía de danza contemporánea (Premio Max 2015) celebra su primera década de creación en España, y que, con varios meses de antelación, ya ha colgado el cartel de ‘todo vendido’ para sus funciones en los Teatros del Canal de Madrid, previstas para enero.
“Ello pone de manifiesto la calidad e interés de este espectáculo”, según Gonzalo Ubani, director artístico del Cuyás que, junto al propio Fridman ha presentado en rueda de prensa el único pase previsto en Gran Canaria (tendrá lugar mañana a las 20.30 horas en el espacio de Viera y Clavijo y las entradas se encuentran a la venta en la taquilla y la web www.teatrocuyas.com al precio único de 20 euros).
Con ‘All Ways’ (“Todos los caminos”), la formación, que fue fundada en Madrid en 2006, cumple diez años de trabajo en España. Y lo hace sintiendo que finaliza un ciclo, de ahí que Fridman plantee esta propuesta como una composición circular y en constante movimiento, reflejo de una trayectoria que le ha permitido consolidar, desde nuestro país, un lenguaje y una metodología propios.
“Siendo España la casa en donde se han generado los proyectos, hemos trazado múltiples caminos alrededor de este centro, hemos visto cómo nuestras obras viajaban en órbita por todo el planeta”, explican desde la compañía, asidua a festivales y escenarios de todo el mundo en los que ha recibido importantes y numerosos galardones.
Consideran que todos tenemos ante nosotros múltiples caminos, pero solo uno nos lleva ante nosotros mismos. En el caso de ‘All Ways’, ese camino transcurre a través de cinco paisajes anímicos (la pérdida, la búsqueda, el sueño, el enamoramiento y la construcción) por los que transitan los siete bailarines que intervienen en el montaje: Melania Olcina, Diego Arconada, Tania Garrido, Freddy Houndekindo, Richard Mascherin, Lucía Montes y Juan Carlos Toledo.
Desde el inicio del espectáculo, los siete se sumergen en un movimiento perenne, una especie de inercia que no se sabe si es la causa o la consecuencia de que se muevan sus cuerpos.
“Entendemos que esa inercia pretende la “armonía”, aunque para alcanzarla haya que atravesar territorios inestables, a veces tortuosos, hasta lograr un estado de ascensión”, explican.
Alimentada por el movimiento circular y elíptico, la ascensión permitiría al individuo trascender la condición humana y alcanzar niveles superiores. “Solo una vez que resolvamos nuestra historia personal podremos acceder a una compresión de nuestro lugar en este planeta, y acercarnos con humildad al sentido de la existencia”, añaden.
Y en ese sentido es esencial para ellos lo que llaman “contact” (“contacto”, en inglés), una verdadera filosofía de vida, una técnica física y espiritual que les permite explorar la relación de un cuerpo con el otro y que, junto a la dimensión social de la danza y la ruptura de la cuarta pared, constituye uno de los pilares fundamentales de su trabajo.
“La explicación del “contact” en nuestros últimos proyectos nos ha llevado a sistematizar una metodología de trabajo que supone una fuente inagotable de materiales de creación, pues de esta manera generamos nuestras composiciones, que pasan por un estudio de la inestabilidad, la caída, la velocidad, la gravedad, la atracción hacia el cielo”, concluyen.
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