Madrid (España), 29 de abril de 2014 / Internet - Seguridad / José Antonio Cabrera. ASSOPRESS
En España existen 30 millones de usuarios de Internet, de los cuales 27 millones son también usuarios de correo electrónico. Según datos de Mailify (www.mailify.es), start-up española especializada en email marketing, se estima que en nuestro país se envían diariamente 2.100 millones de mails. Cada usuario recibe aproximadamente unos 79 mails al día: entre 20 y 25 llegan a su buzón de correo, repartidos entre la bandeja de entrada y la carpeta de spam. El resto, 1.500 millones de mails, son bloqueados por filtros antispam. Aun así, cada trabajador español necesita una media de entre 15 y 20 minutos diarios para eliminar el spam de su buzón, según un estudio de la Agencia Española de Protección de Datos.
El spam es correo no solicitado. En España hay que distinguir dos tipos: un 70-80% del spam forma parte de la cibercriminalidad y es reconocido como ‘fraude’ (España es el 11º país más infectado a nivel mundial considerando todo tipo de ataques informáticos, según datos de Kaspersky Lab). El 20-30% del spam restante son mails comerciales que se reciben sin el consentimiento del destinatario.
Sin embargo, más allá de la definición legal de spam que lo define como ‘correo no solicitado’, está también la visión subjetiva del spam como ‘correo no deseado’. “Lo más importante es la percepción del receptor”, afirma Paul de Fombelle, director general de Mailify. “Muchos mails no deseados llegan a la bandeja de entrada. Pueden ser spams que esquivaron los filtros, pero también mails de remitentes legítimos que no nos envían lo que hemos solicitado, mails comerciales que hemos solicitado pero que no nos interesan porque las ofertas no son adecuadas, mails que nos interesan pero que no deseamos recibir tan a menudo, etc.”, añade de Fombelle.
En la actualidad, considerando las leyes vigentes en España, esto es, la Ley de Servicios de Sociedad de la Información (LSSI) y la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD), hay dos factores que condicionan que un mail sea spam o no: tener el consentimiento explícito e inequívoco del destinatario antes de enviar el primer correo; y disponer de un enlace visible en el cuerpo del mail a través del que poder darse de baja. “Es imprescindible que los destinatarios puedan darse de baja de forma sencilla e instantánea”, afirma el director general de Mailify.
El spam es correo no solicitado. En España hay que distinguir dos tipos: un 70-80% del spam forma parte de la cibercriminalidad y es reconocido como ‘fraude’ (España es el 11º país más infectado a nivel mundial considerando todo tipo de ataques informáticos, según datos de Kaspersky Lab). El 20-30% del spam restante son mails comerciales que se reciben sin el consentimiento del destinatario.
Sin embargo, más allá de la definición legal de spam que lo define como ‘correo no solicitado’, está también la visión subjetiva del spam como ‘correo no deseado’. “Lo más importante es la percepción del receptor”, afirma Paul de Fombelle, director general de Mailify. “Muchos mails no deseados llegan a la bandeja de entrada. Pueden ser spams que esquivaron los filtros, pero también mails de remitentes legítimos que no nos envían lo que hemos solicitado, mails comerciales que hemos solicitado pero que no nos interesan porque las ofertas no son adecuadas, mails que nos interesan pero que no deseamos recibir tan a menudo, etc.”, añade de Fombelle.
En la actualidad, considerando las leyes vigentes en España, esto es, la Ley de Servicios de Sociedad de la Información (LSSI) y la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD), hay dos factores que condicionan que un mail sea spam o no: tener el consentimiento explícito e inequívoco del destinatario antes de enviar el primer correo; y disponer de un enlace visible en el cuerpo del mail a través del que poder darse de baja. “Es imprescindible que los destinatarios puedan darse de baja de forma sencilla e instantánea”, afirma el director general de Mailify.
El desconocimiento de los límites legales y las sanciones económicas lleva a muchas empresas a enviar campañas de email marketing de forma masiva y sin el consentimiento expreso de los destinatarios, con el fin de obtener resultados económicos de forma rápida y sin esfuerzo. Según Paul de Fombelle, se trata de “una mala estrategia basada en mala información y, normalmente, se realiza a través de la compra de bases de datos ilícitas”.
Hacer mailing no implica tener grandes cantidades de contactos. De hecho, una buena base de datos de destinatarios interesados en un contenido concreto dará mejores frutos que una campaña de email marketing multitudinaria dirigida a gente no interesada. “Un error muy grave y común que cometen las empresas es enfocar sus esfuerzos a la cantidad en lugar de a la calidad. La clave es conocer a nuestros destinatarios. Si un envío ha tenido malos resultados con 500 destinatarios, los tendrá peores con 50.000 y, además, le será muy costoso a nivel de reputación”, afirma de Fombelle.