Málaga, 06 de diciembre de 2011 / Cartas al Director / Ana Saez Ramirez.
Toda persona en el transcurso de su vida va cambiando, tanto en la forma de pensar y hablar, como también en su comportamiento; de hecho nuestra vida está sometida al cambio. Y como todo es energía, todo cambio en la estructura energética, por muy pequeño que sea, es registrado en la contabilidad cósmica de forma precisa, bien como «debe» o bien como «haber». A la contabilidad cósmica, la contabilidad de Dios, no se le escapa ni lo más mínimo.
Todo pensar y obrar que no esté en el sentido de la Ley Absoluta del universo, de la Igualdad, Libertad, Unidad, Hermandad y Justicia, forma la carga del alma. Sus cargas son para el ser humano causas, que más tarde desencadenarán en efectos, que por tanto hacen que entre en vigencia la ley de siembra y cosecha. Entre otras cosas, todas las formas de comportamiento contra los reinos de la naturaleza, contra plantas y animales, el abuso de la Tierra, todo nuestro comportamiento queda registrado.
Por consiguiente, debido a la acumulación de energías surge un complejo energético que se ha creado por ejemplo, por comportamientos que han ido contra la vida, por aprobar e instigar guerras, por la explotación del la Tierra para apoderarse de sus recursos, lo que hace que los ricos se vuelven cada vez más ricos, y la pobreza y el hambre de este mundo por el contrario vayan en aumento. También los ladrones, los asesinos, los criminales e instigadores de guerras que no han reconocido su culpa y por tanto tampoco han pedido perdón, casi siempre regresan a la Tierra en una nueva encarnación con el ansia de obrar nuevamente en ese mismo sentido. Pero sin el perdón ni la reparación, las causas permanecen activas en el alma de quien las creó.
También vuelven a encarnar una y otra vez las almas que hicieron grandes promesas a Dios, el Eterno, y no las cumplieron. Este mundo sería mucho mejor si estas personas hubiesen permanecido fieles a Dios y si hubiesen vivido Su mensaje, enseñándolo a otras personas de buena voluntad. Si así fuese, en este mundo no cantaría en gallo tantas veces al día.
Por eso deberíamos tener claro que todos los comportamientos erróneos de nuestro pasado, tanto si nos son conscientes o si aún están como dormidos, están grabados y algún día se convertirán en efectos si antes no lo hemos purificado, ¿como? arrepintiéndonos de nuestro comportamiento, pidiendo perdón y no haciéndolo más.
Como se ha dicho, esa ley justa se llama la contabilidad de Dios, la contabilidad de los cosmos. Nada, absolutamente nada se pierde. Ninguna energía puede extinguirse, ni la buena, ni la menos buena, ni la mala. Nada se pierde todo devenir en la Tierra está plasmado en el cosmos material. También toda actitud de ayuda, así como toda violencia está dibujada de forma precisa y se actualiza a cada instante en base a lo negativo y a lo positivo de la persona. Por eso se dice una y otra vez: ¡aprovecha el instante, aprovecha el día! Aprovechemos el día para poder reconocernos y cambiar a tiempo, antes de que nuestros propios efectos lleguen a nosotros en forma de enfermedades o golpes del destino.