Cáceres (Extrenadura), 7 de mayo de 2014 / Cartas al Director / Juan García Rodriguez.
Uno de los mejores argumentos para rebatir la difundida opinión de que la religión es un hecho privado, reside en el gran servicio al bien común que los creyentes prestan a la sociedad. El hombre creyente ni puede ni debe hacer desaparecer lo más constitutivo de su persona cuando participa en la vida pública. Hay numerosos ejemplos del beneficio que esto ha supuesto a lo largo de la historia de la humanidad en ámbitos como los de la cultura, o la política. Por eso el lema de la Campaña de la Renta que ha lanzado la Iglesia este año, no puede ser más acertado: “Ayudas a la Iglesia. Ganamos todos”.
Todo son ventajas. Así lo entienden cada año más personas. Solo en los últimos cinco ejercicios, se ha producido un aumento de casi un millón de declaraciones a favor de la Iglesia católica. Esto no es una opinión, es un dato que muestra un hecho incontestable: el reconocimiento y la gratitud de millones de personas hacia la labor que desempeña la Iglesia, siempre al lado del que más lo necesita, también en este tiempo de crisis y dificultades.