El novelista y profesor en la Universidad grancanaria acepta participar en la mesa multidisciplinar que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana quiere impulsar para identificar medidas realmente eficaces contra la violencia hacia las mujeres
El novelista y profesor José Luis Correa, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, será uno de los componentes de la mesa de reflexión y debate que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana pondrá en marcha con carácter multidisciplinar para buscar auténticas vías de solución para el grave problema de la violencia machista.
Correa aceptó esa participación, desde el ámbito de la Educación, durante el acto de presentación en Maspalomas de su última novela, ‘Mientras seamos jóvenes’, incluida por su lacerante temática sobre la violencia sexista en el programa de actos que la Concejalía de Igualdad ha venido desarrollando durante toda la semana con el objetivo de contribuir a la concienciación social sobre el necesario respeto a la vida de las mujeres.
La conformación de esa mesa técnica de reflexión multidisciplinar fue defendida por el alcalde Marco Aurelio Pérez y aprobada por el gobierno municipal el pasado martes, en el último pleno de la Corporación, como una herramienta social para la imprescindible identificación de los medios más eficaces y certeros para combatir y erradicar la violencia machista.
El escritor José Luis Correa (Las Palmas, 1962), profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la ULPGC, es reconocido dentro del panorama literario español sobre todo por su producción de novela negra, y por su autoría del personaje que encarna el detective Ricardo Blanco, protagonista de la saga novelesca iniciada con ‘Quince días de noviembre’ y continuada con ‘Muerte en abril’, ‘Muerte de un violinista’, ‘Un rastro de sirena’, ‘Nuestra señora de la Luna’, ‘Blue Christmas’, ‘El verano que murió Chavela’ y su último libro, editados todos por Alba Editorial.
La presentación de su última novela en Maspalomas corrió a cargo de la concejala de Participación y Juventud, Amanda Cárdenes Calero, y de la escritora local Benita López Peñate, que condujo el acto a modo de entrevista para que Correa fuera desnudando con sus respuestas el cómo, el qué y el porqué de una novela vertiginosa y poética ambientada en Las Palmas, que aborda a lo largo de su trama la resolución de la violación y asesinato de una estudiante universitaria.
La casualidad
La casualidad quiso que la primera presentación de esta obra de ficción, ambientada en la Universidad grancanaria a petición de su Rector José Regidor, coincidiera el día anterior con el asesinato real de la joven de 27 años Saray González, estudiante de tercer curso de Relaciones Laborales en la ULPGC, a finales del pasado mes de septiembre en una vivienda de la segunda planta de un edificio de la calle Pérez del Toro de la capital grancanaria, donde el escritor a punto estuvo, también, de ambientar su novela.
En la presentación de su novela Correa confesó que él también está “harto de la novela negra”, pero su editorial solo le demanda a su personaje Ricardo Blanco. “Tengo otras novelas inéditas de otro corte y estilo, más íntimas, más poéticas y más de todo, pero mi editorial solo quiere las novelas de Ricardo Blanco, el detective de ficción más prolífico en España, con ocho títulos y acompañando a su autor desde hace 15 años. “Al final todo el mundo me confunde con él (Ricardo Blanco), y he decidido que voy a contar lo que quiero y lo que me apetece, y si un muerto pasa por ahí... estupendo”.
El profesor, que reconoce que su novela “tiene un final polémico”, admite que el leitmotiv de ‘Mientras seamos jóvenes’ está en una pregunta personal sobre el porqué del maltrato y la violencia machista, “por qué se cometen esas burradas tan sangrantes y tan duras que no están sólo en los telediarios, sino en gente cercana de nuestro alrededor, y sobre las que se tiene la falsa creencia de que son una cuestión que ocurre sólo entre gente pobre de la baja sociedad”.
Dolor y secretos
La denuncia hacia la violencia machista está presente a lo largo de toda la novela, desde su inicio, durante su desarrollo y también en su desenlace. El autor reconoce que sintió “mucho dolor” al escribirla. “Cuando veo una cosa de este tipo (violación, maltrato machista, crimen...) me da una vergüenza, una sensación de impotencia y tal grado de culpabilidad por ser hombre que me dan ganas de salir a la calle a pedir perdón. No sé a los demás hombres qué les ocurre con burradas de ese tipo. Eso le pasa también al personaje de Ricardo Blanco”, dice.
J.L. Correa advierte que su novela no está documentada, pero sí contrastada “con amigos- enemigos” como jueces, fiscales, psicólogos, profesores... que le dan caña y facilitan secretos que él no sabe guardar, y que utiliza como detalles ilustradores que en las escenas de sus libros “salen disimulados para que nadie salga reconocido”.
“Yo me documento poco. La documentación me da urticaria porque exige mucho tiempo y a mí lo que me gusta es escribir. El problema es que a mí quien me paga la hipoteca y el colegio del niño es la Universidad y no la literatura, que sólo me paga los puros, las copas y alguna cosa más pero no es una cosa de la que uno viva. Escribo cuando la Universidad me deja tiempo libre, y hay épocas como ésta, en la que tengo un montón de tesis que leer, y no podré escribir hasta febrero o marzo. Por eso todas mis novelas transcurren en Las Palmas, en Gran Canaria, porque si lo hicieran fuera tendría que empezar por el Google. Y además, por la forma que tengo de escribir y el lenguaje que utilizo sería un canario en Barcelona, porque mis personajes hablan como yo”.
El autor, que escribe a mano y apurando un puro en las terrazas y bares de la capital, avisa que su novela tendrá continuidad con una secuela que hablará sobre “el miedo a la vejez”, pues su principal personaje que apareció con 45 años ya ha vivido quince más.