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jueves, 18 de agosto de 2016

OTIUM INTERRUPTUS

Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), 18 de agosto de 2016 / Artículo de Opinión / Hugo Roig Montesdeoca (*)

Quienes hemos contemplado la evolución de Las Palmas de Gran Canaria desde la década de los setenta y primeros ochenta, observamos de manera muy clara que, desde hace mucho, no se veía tanto movimiento de turismo extranjero en la capital. Ciudadanos de distintas nacionalidades europeas, vienen a disfrutar de nuestro clima, nuestro carácter cosmopolita y, sobre todo, de nuestra grande y variada oferta de ocio y restauración. Es decir, el viajero ya no busca en nuestra isla sólo Sol y playas paradisíacas, también busca una versión del entretenimiento y el relax más urbano, más activo y de deleite de los sentidos. Vemos en la zona Puerto-Santa Catalina terrazas llenas, vinotecas, locales de tapas y restaurantes con un constante trasiego de gente durante toda la semana. 

Todo esto induce a ser optimista respecto al crecimiento económico y generación de riqueza en la ciudad más importante del archipiélago y novena del país, pero hay un escollo que salvar para poder revelar todo el potencial real que tiene este área: el asunto incómodo de los horarios. 

No debe ser la mejor manera de promover el turismo gastronómico, tan en auge en otras zonas de España, que, en medio de una velada de copas, tras una buena cena, le comuniquen a un grupo que está pasando unos días de asueto u oriundos de las islas y que están consumiendo, que tienen que dar por concluida la noche porque el local ha de cerrar. Si bien no es El Puerto -y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria-  una zona turística per se, es muy evidente que la llegada de los cruceros en los últimos años hace replantearse esta definición. Eso sí, necesario dar al crucerista alicientes para salir del buque y consumir en los locales de la zona.

Por supuesto, está el derecho de los vecinos al descanso, eso es innegable, pero se ha de tener en cuenta el beneficio que, a medio y corto plazo, redunda en la comunidad. Estoy firmemente onvencido de que hay fórmulas que, de uno u otro modo, beneficien a todas las partes. Para ello es necesario un poder negociador, sentarse con las asociaciones de vecinos y colectivos empresariales para hallar una alternativa a la situación de aperturas actual. El secreto está en hacer ver la realidad de que todos saldremos ganando en conjunto. No estamos hablando de permitir a bandas de hooligans liarse a gritos y botellazos en plena calle ni que los locales abran hasta las tantas de la madrugada, hablamos de ampliar el margen y favorecer la iniciativa comercial, que es la que hace en gran parte posible el movimiento de riqueza y trabajo. Hablamos de turistas de nivel económico y social diferente al de esos de constante coma etílico y desafíos a la gravedad en las piscinas -turismo que, en mi humilde opinión, habría que desterrar para siempre de nuestra geografía-. Tratamos aquí con personas que vienen a saborear las otras bondades que ofrecemos, esas que se gozan con calma y con charla.

Se comenzó un gran trabajo con el Mercado del Puerto, que se ha situado como uno de los seis más importantes de España, y no olvidemos que es un nicho de negocio que gana cada día más adeptos. Dejemos que el buen hacer que viene desarrollándose, siga creciendo. Hay que potenciar una imagen y un prestigio como destino gastronómico y enológico. Creo que hay que promover que nuestra capital tenga locales premiados y reconocidos internacionalmente. Es inconcebible que ninguno de nuestros restaurantes aparezca en las guías de restauración -no voy a nombrarlas, ustedes saben cuáles son-. Todo esto sólo se consigue siendo flexible y teniendo visión de conjunto.

Seamos capaces de negociar, pero de negociar bien, que todas las partes salgan ganando. Si en una negociación no salen ganando algo todos, no es una negociación, es una concesión.

Como dije unos renglones más arriba, esta es una de las ciudades más importantes de España, su oferta de ocio debe ser acorde con su condición, por poner un ejemplo, si se viaja y se lee alguna revista del género, publicaciones sobre destinos gastronómicos, Las Palmas de Gran Canaria debe ser un nombre habitual como son otras ciudades del país, y es necesario para ello que todos arrimemos un poco el hombro y, en lo poco o mucho que podamos, ser solidarios. Pero, como digo, es mi humilde opinión.



(*) Vocal de Unidos por Gran Canaria 
Junta de Distrito Isleta-Puerto-Guanarteme