Valladolid (España), 3 de enero de 2016 / Cartas al Director / Josefa Rodriguez Garlito
El verdadero sentido de la Navidad es la conmemoración del nacimiento
de Jesucristo, Dios verdadero hecho Hombre en las entrañas de la
Virgen María. Las fiestas navideñas me llevan a pensar, también, en
San José, el Jefe o Cabeza de la Sagrada Familia. Hoy, cuando tantos
varones abandonan a su mujer e hijos, creo que es muy positivo fijarse
en San José, modelo de fidelidad y prudencia. ¿Es, el abandono de la
esposa, nota de progreso, o de la irresponsabilidad reinante? ¿Qué
acarrea, la fuga o deserción del marido y padre, en muchas familias?
En la mujer, desata pobreza, tristeza, amargura, desolación, ansiedad,
angustia, desconfianza: una serie de sentimientos negativos que pueden
conducir al desequilibrio psicológico. ¿Y en los hijos? Si son
menores: tristeza, desorientación, sentimiento de inseguridad y
ensueño; un vivir fuera de realidad, incapaces de asumir la separación
de sus padres. ¿En los hijos ya mayores? Mucho dolor e ira. Me gusta
contemplar la figura de San José en las Navidades: afrontó la vida con
sentido de su responsabilidad como esposo y como padre, en
circunstancias dificilisimas. La mayor prueba de amor a los hijos, es
amar a su madre. San José confió en Dios y, al lado de su esposa,
defendió la vida del Niño. José y María, juntos, crearon una Familia,
comunidad de vida y amor, en donde cada uno es querido sin
condiciones.
Josefa Romo
El verdadero sentido de la Navidad es la conmemoración del nacimiento
de Jesucristo, Dios verdadero hecho Hombre en las entrañas de la
Virgen María. Las fiestas navideñas me llevan a pensar, también, en
San José, el Jefe o Cabeza de la Sagrada Familia. Hoy, cuando tantos
varones abandonan a su mujer e hijos, creo que es muy positivo fijarse
en San José, modelo de fidelidad y prudencia. ¿Es, el abandono de la
esposa, nota de progreso, o de la irresponsabilidad reinante? ¿Qué
acarrea, la fuga o deserción del marido y padre, en muchas familias?
En la mujer, desata pobreza, tristeza, amargura, desolación, ansiedad,
angustia, desconfianza: una serie de sentimientos negativos que pueden
conducir al desequilibrio psicológico. ¿Y en los hijos? Si son
menores: tristeza, desorientación, sentimiento de inseguridad y
ensueño; un vivir fuera de realidad, incapaces de asumir la separación
de sus padres. ¿En los hijos ya mayores? Mucho dolor e ira. Me gusta
contemplar la figura de San José en las Navidades: afrontó la vida con
sentido de su responsabilidad como esposo y como padre, en
circunstancias dificilisimas. La mayor prueba de amor a los hijos, es
amar a su madre. San José confió en Dios y, al lado de su esposa,
defendió la vida del Niño. José y María, juntos, crearon una Familia,
comunidad de vida y amor, en donde cada uno es querido sin
condiciones.
Josefa Romo