Girona (Cataluña), 10 de agosto de 2014 / Cartas al Director / Jesús D Mez Madrid
En el marco de los “Diálogos de Yuste”, organizados por la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), se ha celebrado una mesa redonda dedicada a las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado español. Óscar López, entonces secretario de organización del Partido Socialista, explicaba así su postura: “El Estado puede asumir tres actitudes ante el hecho religioso: favorable, desfavorable y neutral. En el primer caso estamos ante un Estado confesional, en el segundo ante un Estado laicista, y en el tercer caso nos hallamos ante un Estado laico”. Él quiere un Estado "neutral".
Los socialistas andan revueltos –lo reconocía el propio ponente al inicio de su conferencia- y en cuanto los socialistas andan revueltos sacan a relucir el tema de la denuncia de los Acuerdos Iglesia Estado que España firmó con la Santa Sede en 1979. Pero la explicación de las tres posiciones –favorable, desfavorable y neutral- olvida un elemento crucial: la neutralidad incluye un elemento de “nada favorable”. El neutral nunca es favorable, porque perdería su apariencia de neutralidad. Y al no ser favorable, el neutral tiende a ser desfavorable.
El juego de palabras encierra, una vez más, la obsesión de algunos políticos por acabar con un statu quo que ha funcionado hasta ahora y que, guste o no, sigue respondiendo a la realidad sociológica de este país.