Piera (Barcelona), 29 de febrero de 2012 / Cartas al Director / Pili Montalbán.
Con motivo de la Cuaresma y a raíz de la campaña emprendida por la Archidiócesis de Washington para promover la Confesión entre sus católicos, que explicaba, mediante cuñas en radio y espacios publicitarios en autobuses, metro y vallas, cómo hacer el examen de conciencia y cómo confesarse, la periodista Michelle Boorstein del Washington Post denunciaba: “Antes, las colas en los confesionarios eran largas y los sacerdotes confesaban durante horas. Ahora se dejan tan solo 30 o 45 minutos, o bien es necesaria la cita previa”.
"Como resultado, la respuesta fue suficientemente fuerte como para que diez parroquias decidieran ampliar los horarios de confesiones”: recoge por su parte el Wall Street Journal, en un largo reportaje dedicado a este sacramento, afirmando que muchos se “confiesan” en los platós de televisión, pero con la diferencia de que la Confesión es curativa y facilita la mejora personal. Estas iniciativas fueron impulsadas por el ruego de Benedicto XVI a los sacerdotes para que hicieran de la Confesión su máxima prioridad.