Telde (Gran Canaria - Canarias), 2 de diciembre de 2015 / Polìticas - Se puede Ganar Telde / Gabinete de Prensa.
Se está convirtiendo en algo habitual los retrasos en las retribuciones de los empleados de los servicios municipales privatizados y en la mayoría de las ocasiones producto de los retrasos en los pagos de las certificaciones de obras y servicios (se adeudan varios meses) que las empresas concesionarias del servicio presentan al Ayuntamiento de Telde.
En esta ocasión quien avisa de abandonar “el tajo” y no acudir a sus puestos de trabajo, son los trabajadores de FCC-Fomento de Construcciones y Contratas que prestan sus trabajos en los servicios de Parques y Jardines, Limpieza Viaria y Recogida de Residuos Sólidos; así lo asegura su comité de empresa después de reunirse con el delegado en Canarias de la corporación empresarial. Todo esto si a partir del día 5 de diciembre no se les abona la nómina del mes de noviembre y la paga extraordinaria de diciembre.
No es la primera vez que estos trabajadores tienen que acudir a amonestar públicamente, en última instancia quien tiene la llave de los caudales que puedan hacer posible que sus familias tengan los recursos económicos para poder atender a las necesidades vitales de vivienda, alimento y atenciones a sus hijos e hijas. De no solucionarse estos repetidos incumplimientos por parte del ayuntamiento y por añadidura la empresa concesionaria del servicio FCC, los empleados tendrán unas navidades amargas y sin recursos para poner un juguete, un regalo o una ilusión en estas fechas. Si la empresa no cobra del ayuntamiento, los trabajadores se quedan a dos manos sin recibir sus reintegros salariales.
El contrapunto a este estado de cosas es que mientras no se pagan las certificaciones y por ende se incumple con las empresas prestadoras de servicio y se precariza las condiciones de empleo y salario de estos trabajadores, nuestros munícipes no han dejado de cobrar puntualmente sus abultados sueldos; por tanto no hay correlación entre la situación de unos que se convierten cada dos por tres en trabajadores sin salario, mientras tanto sus mandadores, los políticos, los que les dan la tarea, se convierten en unos privilegiados, con sueldos consignados en tiempo y forma en la corte de los bien pagados.