Girona (Cataluña), 21 de abril de 2014 / Cartas al Director / Jesús D Mez Madrid
El gran mérito de Suárez, como ha sido reconocido de manera unánime, fue precisamente el de haber buscado y practicado “tenaz y generosamente” en palabras del cardenal Rouco, la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social “de aquella España que quería superar para siempre la guerra civil, los hechos y actitudes que la causaron y que la pueden causar”.
Estas palabras de homenaje al artífice de la Transición que fue Adolfo Suárez, son las que han provocado una inusitada oleada de críticas, especialmente entre los que se han empeñado en disimular, con su silencio, la violencia que sacudió durante aquellos días las calles con el pretexto de una crisis económica que también se trató de ocultar en aras de los “políticamente correcto”.
Pero lo cierto es que las palabras del cardenal Rouco suponen una oportuna advertencia sobre la necesidad de seguir sin desmayo el mismo camino emprendido por Suárez. La concordia es una virtud que puede convertirse en flor de un día si no se trabaja para consolidarla en cada momento de la historia. Es ahí donde las palabras de Rouco suponen una oportuna advertencia.