Barcelona, 21 de marzo de 2010 | Cartas al Director | Eva N Ferraz
Hoy triunfa el proyecto de apartar a Dios de la vida pública, de los medios informativos y del trasiego científico. Pero grandes hombres de la ciencia reciente y pasada admiten una realidad que les supera. El mayor inventor del mundo, Edison, afirmó: “Mi máximo respeto y admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de todos ellos, Dios”. “La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente” (Newton). Varios premios Nobel rindieron homenaje al Dios-Primera causa: Schrödinger: (“La obra maestra más fina es la hecha por Dios, según los principios de la mecánica cuántica”), Millikan: ( “La negación de la fe carece de toda base científica, jamás se encontrará una verdadera contradicción entre fe y ciencia” ), Einstein: ( “En todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre”). Marconi: (“Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración, y creo como católico, y como científico”), Plank: (“Nada impide relacionar el orden del universo y el Dios de la religión. Dios está para el creyente en el principio de sus discursos, para el físico, en el término de los mismos”), Charles Townes (“Siento la presencia e intervención de un ser Creador que va más allá de mi mismo, pero que siempre está cercano”). También Hathaway, el padre del cerebro electrónico, o los célebres Kepler, Linneo, Pasteur, Volta, Ampere, Gauss, Mayer, Von Braun, Cauchy desde la física, la ingeniería, la química, la astronomía, la botánica, las matemáticas… han reconocido a un Dios al que hoy, se le niega el atributo de su poder, por el que sacó de la nada el todo y mantiene su creación en un equilibrio delicado y perfecto.
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