martes, 8 de diciembre de 2015

Coincidiendo

Girona (Cataluña - España), 08 de diciembre de 2015 / Cartas al Director / Jesús Domingo Martínez

El Concilio Vaticano II, se acaban de cumplir 50 años de la clausura, supuso, por un lado, una buena dosis de purificación interna. En un mundo que ya no podía decirse cristiano, se hacía necesaria una vivencia más auténtica de la fe, porque la fuerza de la costumbre era claramente insuficiente.

El Concilio impulsó una nueva forma de presencia pública, más vigorosa. En palabras de Pablo VI, “el mundo contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros”. Surge así una Iglesia decididamente misionera, presente tanto en los grandes foros internacionales como en el mundo de la cultura, la ciencia o el pensamiento. Con unos u otros acentos, todos los papas seguirán desde entonces esa senda conciliar de doble vía, la conversión y la misión, dos caras de una misma moneda. Francisco ha recogido ese testigo.

Coincidiendo con el 50 aniversario de la clausura del Concilio, el Papa inaugurará el Año de la Misericordia, con el que impulsará esa renovación en la Iglesia que tantas esperanzas suscitó hace medio siglo y sigue suscitando aún hoy.

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