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martes, 24 de marzo de 2015

Se produjo el “Prodigio”,

Cáceres (Extremadura), 24 de marzo de 2015 / Cartas al Director / Juan García Rodríguez 

El curioso prodigio de la licuefacción de la sangre de San Jenaro, que tiene lugar sólo en tres fechas fijas cada año, se produjo el sábado, día 21, cuando el Papa Francisco impartió la bendición con la reliquia del obispo martirizado en el año 305 y venerado por los napolitanos como muy pocos santos en todo el planeta.

El Papa dio la bendición con la reliquia. Cuando la recibió, la sangre estaba sólida, en un lado de la ampolla de vidrio. Al devolver el relicario al arzobispo de Nápoles, este lo miró y dijo: “Se ve que San Jenaro ama al Papa, pues la sangre se ha licuado ya a medias”.

La Iglesia no califica este fenómeno de “milagro” sino meramente de “prodigio”, pero para los napolitanos es mucho más. Cuando, en la fecha prevista, la sangre no se licúa, temen grandes desastres. Por el contrario, un prodigio suplementario fuera de esas fechas, lo interpretan como buena señal.

sábado, 5 de abril de 2014

“no rechacemos el don de la vida”

Cáceres (Extremadura), 5 de abrir de 2014 / Cartas al Director / Juan García Rodríguez

En la homilía pronunciada en la Eucaristía en la Catedral de la Almudena con motivo de la Semana por la Vida, el Cardenal Rouco destacó que la festividad de la anunciación celebra que el Hijo de Dios se hace hombre y que con esa Verdad, “la dignidad de la persona humana está asegurada”. En este sentido, subrayó que “cuando se habla de la dignidad del hombre ahora –desde que se anuncia- es la dignidad de un hijo de Dios que naturalmente se extiende a su vida”. Y es que “la vida del hombre desde que es concebido en el seno de su Madre, es la vida de un hombre llamado a ser Hijo de Dios”. Y la dignidad de la persona sólo se consigue, prosiguió, “convirtiéndonos al amor de Cristo”.

Asimismo, afirmó que “cuando se considera así y se valora así lo que es el hombre, la persona humana, la forma de tratarle, tratar su vida… se convierte en un mandato supremo, fundamental de la forma de vivir en cristiano, la moral cristiana, la ética cristiana y la forma de vivir la vocación de la paternidad y maternidad y a ser hombre en el conjunto de la sociedad y toda la humanidad”.

Celebrando esa anunciación, el Cardenal invitó a “profesar esa verdad con la luz de la fe, con toda certeza y en toda su verdad”. Sin embargo, ocurre que “el hombre ha roto con Dios, ha pecado y necesita volver a Él. Una vuelta en la que esa obediencia, disposición para arrepentirse es decisiva”.

“Que esta celebración sea la forma mejor de plegaria para que el evangelio de la vida pueda ser vivido por nosotros, vivido en la Iglesia, proclamado con obras y palabras, testimoniado porque no rechazamos el don de la vida, porque los matrimonios se configuren como la forma de amor entre el hombre y una mujer y que fructifique en los hijos, para que la familia sea consciente del valor que recibe cuando recibe la vida de sus hijos”, aseguró. Así, invitó a “tomar conciencia de lo que Dios le ha ofrecido” y que la vida de los pueblos, la sociedad, los medios de comunicación, el debate político o con los demás, “El amor al hombre, el respeto por su vida y su dignidad, sea el punto de partida de la dignidad humana”.