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jueves, 23 de junio de 2016

SALIR A VOTAR SEGURO

El Hierro (Canarias - España), 23 de junio de 2016 / Artículo de Opinión / Narvay Quintero Castañeda (*)
La importancia de las inminentes elecciones del 26 de junio, a estas alturas, está clara para todos y todas, porque no solo está en juego la futura conformación del Gobierno central sino la representación que Canarias como pueblo y como territorio pueda tener o no en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Sin embargo, no hemos parado de oír estos días voces, encuestas y analistas que hablan de la abstención como un peligro que se cierne sobre esta convocatoria electoral, tan seguida de la anterior, pero, y de ahí parte esta reflexión, no nos hemos parado a pensar un poco en las emociones.
Me explico: todo el mundo destaca la importancia de ir a votar pero nadie o casi nadie habla de sentimientos y de emociones. Hay países en los que ir a votar es obligatorio, es decir, es un deber. En España ir a votar es un derecho de los ciudadanos y ciudadanas, pero, ciertamente, a menudo se dan cifras de abstención que sonrojan, porque detrás de esos datos se descubre cierta desafección por la actividad política. El caso es que me gustaría apelar, como canario, a la emoción que debe producirnos poder participar en democracia en unas elecciones en las que, a poco que pensemos individualmente, descubrimos que nos jugamos el todo o nada. Cuando mis padres o mis abuelos me hablan de la dictadura franquista tengo que hacer un ejercicio de imaginación porque yo estoy acostumbrado a votar, es decir, a elegir en libertad. Hay una liturgia en la democracia que debemos volver a reivindicar entre todos, da igual las siglas políticas que prefiramos o representemos, porque es crucial transmitir la emoción y el simbolismo que implica el aparentemente sencillo acto de introducir una papeleta en una urna. ¿Somos conscientes de todos los mecanismos que se han puesto en marcha antes y después para que ese voto se produzca?
En El Hierro, cuando jugaba de pequeño en los charcos de la costa, me gustaba tirar piedras al agua y contemplar las ondas que corrían hacia los bordes. Las piedras más pequeñas, arrojadas en el centro del charco, eran capaces de producir esas vibraciones. A menudo nos encontramos con personas que ya no valoran el hecho de poder producir ondas, efectos, cambios, con el simple hecho de salir a votar. Poner su voto en la urna y que caiga y saber que producirá ondas que llegarán a otras orillas debe volver a ilusionarnos, porque el mar de la democracia se hace gota a gota, voto a voto. Salir a votar es emocionante, y debemos explicárselo a nuestros hijos e hijas, porque los simbolismos son importantes para no perdernos como personas y como parte de una colectividad. A mí también me preocupa el desgobierno al que nos vienen sometiendo esos cuatro partidos estatales centralistas (PP, Podemos, PSOE y Ciudadanos), cada uno a su bola, pero la democracia nos permite huecos por los que escapar de ese circo mediático que vienen montando los cuatro del Apocalipsis, tal y como los llama un buen amigo mío. Votar a AHI-Coalición Canaria en este contexto es mucho más que votar al nacionalismo canario. Es también para los canarios y canarias un modo de asegurarnos una representación independiente, un espacio de seguridad frente a la intemperie egoísta de esos cuatro partidos cuyos descomunales intereses partidistas se anteponen a cualquier proyecto global. Frente a esa lluvia de egos, todo el santo día mirándose en el espejo catódico de la televisión, AHI-Coalición Canaria es la garantía de que no nos arrastren los lodos de políticas globales que no atiendan a las singularidades canarias. Salir a votar por Pablo Rodríguez Cejas al Senado y por Ana Oramas al Congreso, votar por AHI-CC es salir a votar seguro. Votar por nuestra casa, votar por nuestro acento. Votar por lo que somos.
(*) Secretario de Acción Exterior de AHI-Coalición Canaria

miércoles, 15 de junio de 2016

Península Ibérica: un puzle que olvida a Canarias


El Hierro (Canarias - España), 15 de junio de 2016 / Articulo de Opinión / Narvay Quintero Castañeda - Secretario de Política Exterior de CC-AHI

El otro día estaba en casa cuando me llamó un amigo para que viera el final de una entrevista que, en Antena 3, la periodista Susana Griso le hacía a Albert Rivera, el candidato catalán del partido Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno español. Mi amigo me dijo que, por supuesto, a lo largo de toda la entrevista solo se había hablado de Madrid y Barcelona. Lo esperado, lo de siempre, vaya, pues más que habituados estamos ya a sufrir ese nacionalismo hispano, centralista y excluyente. Sin embargo, lo que de verdad desató mi incomodidad y mis ganas de hacerles partícipes de esta reflexión no fue el programa en sí (un programa, por cierto, en el que injustamente solo aparecerán los de siempre, PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos, ni rastro de otras fuerzas políticas, como AHI-Coalición Canaria), sino el regalo que la periodista le hizo al invitado: nada más y nada menos que un puzle titulado La Península Ibérica.

De inmediato me vinieron a la cabeza las fotografías de aquellos casposos mapas del franquismo que colgaron en las escuelas del país durante el siglo pasado, y que por desgracia algunos siguen usando, en los que las Islas Canarias o no aparecían, o bien lo hacían fuera de lugar en un humillante recuadro mal encajado bajo las Islas Baleares. Bueno, ustedes ya me entienden. Es simbólico, sí, pero también es significativo porque llevo sufriéndolo toda mi carrera política, ese centralismo hispano, miope y torpe que solo parece tener ojos para Madrid porque es la capital, para Cataluña y para las ciudades que lucen los tópicos más típicos de lo español. Ese puzle que la periodista regala a Albert Rivera para que construya el mapa del país ya nos excluye, y nos excluye porque no somos continente sino islas, aunque también porque los propios canarios no hemos sabido aún dotarnos del suficiente amor propio como para percatarnos de que en el escenario político actual debemos tener una voz sólida que nos represente, que diga las cosas con nuestro deje y nuestro acento, que recuerde que aquí en Canarias todo es diferente porque la geografía es diferente y eso todo lo determina. 

Votemos el 26 de junio con todo el sentido del amor propio, del amor a lo nuestro, porque desde mi experiencia política durante varios años en el Senado, pero también como representante en diferentes órganos políticos de la Unión Europea y como secretario de Acción Exterior de Coalición Canaria, puedo asegurarles que sólo teniendo una voz propia podremos hacernos escuchar entre las diferentes voces del mundo, porque es lógico y humano que cada uno vaya a lo suyo, a defender primero lo suyo. 

Si no es así, ocurrirá que no saldremos en el puzle, que de nuevo esa inercia nociva del nacionalismo hispano, estrecho y excluidor, volverá a dejarnos de lado sin poder levantar la mano allá, en el ‘centro’, para decir que estamos aquí, en el Atlántico, que somos ocho islas con una historia y sus tradiciones y, sobre todo, con nuestro sentido del deber bien aprendido. Porque con ese sentido del deber hemos sabido encajarnos en una idea de España y de Europa más justa, más igualitaria, que no nos olvide siempre en sus repartos, incluso a pesar de haber demostrado que sabemos hacer nuestros deberes económicos y presupuestarios. 
Es siempre tan injusto el trato que nos dan que sólo si los canarios y las canarias nos comprometemos con el nacionalismo, con el voto por nuestra tierra, podremos salir en el puzle, de lo contrario no tendremos representación ni contaremos para el Gobierno que se forme.

Votar a los partidos de allá, de la Península, es dejar fuera de la foto a más de dos millones de canarios y canarias, a una tierra fragmentada en ocho que recibe más de doce millones de turistas, a una tierra plagada de singularidades geográficas, culturales, históricas e, incluso, gastronómicas que, ya ven, no cuenta para salir en el puzle que va a hacer Albert Rivera, el mismo puzle de Pablo Iglesias o Rajoy o Pedro Sánchez. 

No nos engañemos más, en ese puzle no estamos ni estaremos si no somos capaces de construir entre todos y todas una voz que diga nuestro nombre, el nombre de nuestras islas, allá, en la Península. El 26 de junio es una buena oportunidad para cambiar ese sino, y Coalición Canaria-AHI (con Pablo Rodríguez Cejas y Ana Oramas como candidatos), en esta lucha desigual de David contra Goliat contra los todopoderosos partidos políticos centralistas, espera tu voto, tu voto esencial y convencido para que todos los futuros puzles de este país nos incluyan. Sin más. Sin menos. Solo tal y como somos.