Abusos sexuales cometidos por sacerdotes
Malaga, 28 de marzo de 2010 |Opinión |José Vicente Cobo
No pasa un día sin que lleguen a la opinión pública noticias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra niños y niñas. Pero ¿qué graves consecuencias se esconden en realidad detrás de esos acontecimientos para los afectados?
Los niños por lo general son inocentes y confiados respecto a las personas adultas, especialmente cuando se trata de alguien que para él tiene una posición elevada: una persona con vestidos especiales, que ejecuta rituales misteriosos, alguien que el niño piensa que es especial, porque es el intermediario entre el buen Dios y él. Por tanto un hombre con una posición tal, que de pronto comienza a realizar con el niño actos que le causan gran vergüenza, incluso un dolor que luego les cuesta expresar con palabras, ha activado en el niño un mecanismo de culpabilidad, es decir: «Yo mismo tengo que ser una persona muy mala, para que me suceda algo así». El niño, la víctima, de pronto tiene mala conciencia y lo más infame es que no puede culpabilizar de ello a alguien que él mismo ha idealizado, pues se vería en un conflicto que el alma infantil no puede soportar.
Por las experiencias contadas por las victimas, se sabe que éstas se quedan grabadas para toda la vida. Sus sentimientos se desdoblan, porque han vivido un trauma tan profundo, que no son capaces de superar su vida diaria si se quedaron inmersos en esos sentimientos. Es decir, la psique intentará desdoblar esos actos, esos miedos, esa vergüenza, ese sentimiento de culpabilidad. Y una vida con esa clase de sentimientos desdoblados es un auténtico infierno. Imaginémonos lo que es: una persona está de por vida prácticamente condenada al aislamiento, porque cada vez que intenta entablar una nueva relación, pueden emerger esa clase de miedos que determinan todo su comportamiento. Él no los tiene bajo control, sino que simplemente se les escapan y quizás como adulto ya no sepa porqué. No sólo se trata de la relación de pareja que pueda estar distorsionada, sino que también se trata de situaciones de la vida diaria que la víctima no puede dominar. Incluso las personas de su entorno tampoco les entienden, por lo que muchas adquieren fama de locos, cuando en realidad están manipulados por miedos, necesidades y un pánico que han reprimido al subconsciente. Ellos ya no son dueños de su vida y la consecuencia es una vida destrozada
El abuso sexual realizado por sacerdotes, tal como afirman las personas afectadas y los terapeutas, es asesinar al alma. Sin embargo la iglesia intentará por todos los medios seguir diciendo que ellos, de alguna forma, están aliados con Jesús, el Cristo. Y eso es un grave engaño.
Por la percepción infantil de la posición exageradamente sobrevalorada, cuando un sacerdote hace algo así a un niño, éste piensa que el buen Dios así lo ha querido, porque se trata del sacerdote, quien a los ojos del niño aparece como representante de Dios. Y muchas de las personas afectadas nunca comprenderán cómo es posible que el buen Dios haya permitido que algo así le sucediera. Entonces creen que él les castiga, o que los odia, teniendo dificultades para volver a establecer una relación interna con el buen Dios, porque desde su más temprana infancia arrastran lo que él supuestamente les hizo.
Eso es lo que significa la expresión «asesinato de almas». A las victimas casi les es imposible volver a construir una relación de confianza con el buen Dios. Eso es lo más grave, es algo que se extiende a una dimensión existencial. Va más allá de lo que sucede cuando otra persona abusa sexualmente de un niño. Si lo hace el sacerdote, tiene un cariz que supera con mucho cualquier otro abuso sexual, pues se trata del asesinato del alma.
Extracto del reportaje: "La Pedofilia". Del emisor italiano "Erde und Mensch".
No hay comentarios:
Publicar un comentario