Madrid, 18 de enero de 2012 / Opinión / Por Angel Tafalla (*) - (ASSOPRESS)
Imagino al lector informado en general de las presiones iraníes en el estratégico Estrecho de Ormuz por el que transita cerca del 40 % del tráfico petrolero mundial. Pretendo efectuar aquí unas modestas reflexiones sobre lo acontecido. Comenzaremos con unos antecedentes, para pasar a continuación a estudiar la credibilidad de las acciones iraníes, concluyendo con algunas observaciones sobre la oportunidad de desencadenar, precisamente ahora, esta peligrosa iniciativa. El "ejercicio" con que Irán ha pretendido materializar sus amenazas finalizó ayer.
Antecedentes
No es esta la primera vez que Ormuz es testigo de amenazas y acciones provocativas. En particular durante la guerra irano-iraquí, en 1987, ambos contendientes atacaron al tráfico petrolero adversario. Irán trato de compensar su relativa falta de aviación táctica, concentrando sus ataques por medios de superficie y minas contra petroleros iraquíes y kuwaitíes en el Estrecho de Ormuz y sus embocaduras.
Los ataques fueron efectuados por medio de embarcaciones rápidas armadas con ametralladoras, cohetes e incluso algún RPG-7.
Pero los resultados más serios fueron conseguidos por las minas, habiendo capturado los norteamericanos a una LST iraní -la Iran Ajr- en plena operación de minado en aguas internacionales ( con minas norcoreanas tipo M 08 ). Dos petroleros, un buque auxiliar y la fragata Samuel B. Roberts sufrieron daños; los de la fragata -análoga a nuestras Santa Marías- fueron especialmente graves. El auxiliar resulto hundido.
Hubo también un combate naval en abril de 1988 entre fuerzas de superficie regulares norteamericanas e iraníes que acabó en un desastre para estas últimas con una fragata y un patrullero hundidos y serios daños en otros buques.
Todas estas acciones, y especialmente el riesgo de minado del Estrecho, hicieron reaccionar a cinco marinas de guerra europeas que destacaron unidades al teatro de operaciones.
Casi al final de la guerra irano-iraquí, en julio de 1988, se produjo un infortunado incidente en el que el crucero norteamericano Vincennes, en plena acción contra embarcaciones iraníes, derribó sobre aguas de Ormuz un avión comercial iraní al confundirlo con un F-14, lo que resulto en numerosas bajas civiles. Yo estaba por aquellas fechas destinado en Washington y presencié las explicaciones norteamericanas a los agregados navales OTAN sobre este trágico error.
Comprendí entonces lo difícil que es actuar ofensivamente en aguas de un estrecho internacional sin haber regulado totalmente el tráfico marítimo y aéreo que por él transcurre. La situación de la US Navy en aquella ocasión, en relación al derecho internacional, no era nada cómoda y su estatus de beligerante o no, nada claro.
Credibilidad
La marina iraní no es muy efectiva como consecuencia de la tradicional desconfianza del régimen de los ayatolás hacia ella lo que ha resultado en contar con pocos y simples buques. La conclusión de pasada acciones tampoco ayuda mucho. Tres submarinos clase Kilo son las únicas unidades de cierta importancia con las que cuenta, si bien las aguas de Ormuz poco profundas y con corrientes hacen difíciles sus operaciones en el mismo. En sus embocaduras pudieran actuar, pero sus bases y tránsitos están muy expuestos ante el total dominio norteamericano.
La rama naval de la Guardia Revolucionaria sí que ha recibido, en contraste, un apoyo entusiasta del régimen. Cuenta con numerosas embarcaciones rápidas con armamento ligero -cohetes, RPG, ametralladoras y torpedos ligeros- y algunas con misiles; practica los ataques en enjambre, simultáneos y desde diferentes direcciones. También tienen bastantes misiles antibuque en tierra sobre plataformas móviles y algunos submarinos de bolsillo.
Con lo limitado de estos medios se estima que la única posibilidad real de los iraníes es atacar al tráfico económico que transite sin protección por Ormuz, evitando desgastarse en ataques contra unidades militares. Estos ataques pueden llevar muy probablemente al "martirio" a las dotaciones de pasdaranes lo cual está dentro de su ideario más querido.
A nivel estratégico, sin embargo, el "martirio" es más discutible por, al menos, tres razones. La primera, porque Irán depende de una manera vital de sus exportaciones de crudo que quedarían naturalmente interrumpidas. En segundo lugar, no tiene capacidad significativa de refino y depende vitalmente de las gasolinas y demás productos destilados que recibe también por vía marítima. Y por último, porque su principal cliente es China que vería sus importaciones cortadas por lo posiblemente percibido como una imprudencia iraní, lo que a su vez podría repercutir en el apoyo logístico militar que le presta.
Oportunidad
¿Por qué se decide Irán a lanzar precisamente ahora este fuerte desafío/farol que le puede acarrear tan graves consecuencias? La respuesta -hipotética naturalmente- puede encontrarse en la sensación de acoso, tanto directo como indirecto, que pueda estar sintiendo el régimen de los ayatolas.
Acoso directo con el recrudecimiento de la sanciones ante su cerrazón nuclear.
A corto plazo, EEUU ha respondido a las amenazas iraníes con el tránsito del portaviones Stennis y el crucero Mobile Bay que el 27 de diciembre salieron por Ormuz del Golfo Pérsico, haciendo así poco creíbles las amenazas sobre su cierre. De todos modos, este tránsito estaba justificado por el cese del despliegue norteamericano en Irak y su correspondiente apoyo aéreo, pero claramente les ha servido para responder al farol iraní.
Como medida de respuesta a más largo plazo se ha hecho pública la venta a Arabia Saudí de 84 aviones F-15 por unos 30.000 millones de dólares.
Todo ello acompañado de la correspondiente declaración pública, por una portavoz de la 5ª Flota, de que no se tolerará ningún cierre del Estrecho de Ormuz, lo que por otra parte está claramente en consonancia con el Derecho Marítimo Internacional que ya desde 1982 ha dejado claro el régimen de tránsito de los estrechos utilizados por la navegación internacional, lo que no permite ninguna suspensión de la libre navegación.
De manera indirecta, Irán puede percibir como amenazada su influencia en Siria y Líbano -Hizbulá- lo que quizá esté contribuyendo a hacerle sentir una sensación de cerco que, a su vez, le haya llevado a reaccionar en Ormuz.
Conclusión
Nos encontramos muy probablemente ante un peligroso farol iraní que quizá no llegue a materializarse voluntariamente pero que puede desencadenar represalias violentas norteamericanas en caso de error por alguna de las partes involucradas.
Los estrechos marítimos son lugares peligrosos para jugar.
(*) Ángel Tafalla es Almirante.
Ex Segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada y
del Mando Marítimo OTAN de Europa Sur