Santa Cruz de Tenerife, 07 de diciembre de 2011 | Opinión | Guillermo Vega.
El homenaje propuesto por Cristina Tavío al todavía presunto delincuente Miguel Zerolo, es una falta de respeto a la justicia y un insulto más a la imagen de la política que vuelve a ser aceptado con preocupante normalidad por parte de la sociedad civil.
De momento se excusan en la justicia, en la justicia y en la justicia, pero vamos a ver: ¿se creen que somos imbéciles? ¿Se creen que podemos creernos que es normal que a este señor le tocaran 145 décimos de lotería premiados en dos semanas y que viviera dos años con dinero caído del cielo sin que hubiese ni un solo movimiento dentro de sus cuentas bancarias? ¿Acaso el sueldo de un alcalde puede dar para gastarse más de 60.000 euros en vuelos y restaurantes en unos pocos años?
Y tanto nos bombardean con eso de que son los jueces los que tienen que decidir y declarar culpable o inocente al imputado que pretenden también salvarse del juicio público de la sociedad. Venga hombre. Con la que está cayendo en Canarias, con la ciudad malviviendo entre la miseria y el paro, y hemos de aguantar ahora esto. ¿Hasta cuando vamos a seguir permitiendo estos atropellos? Basta ya de privilegios a la clase política.
La sociedad española necesita regenerar la política, se necesitan nuevas caras, gente sin miedo que denuncie a aquellos que utilizan la mala praxis dentro de sus partidos. Necesitamos personas que luchen por las islas y que luchen porque la ley se reforme.
Necesitamos políticos valientes que digan día sí y día también que quieren que se elimine el privilegio del aforamiento, que pidan una ley electoral más justa y unos medios de comunicación que informen, y que denuncien sin tregua todos los casos de corrupción, enchufismo y demás prácticas ilegales que desgraciadamente la sociedad ha normalizado.
Tengo 27 años y no puedo pasar impasible ante todo esto. Nuestro futuro ha sido tirado por la borda por la ambición de unos pocos y sobre todo por la pasividad de una sociedad que se ha acostumbrado a vivir con estos problemas y los ha terminado asimilando como un mal menor con el que hay que convivir.
La política en Canarias nos muestra con tramas como la de Las Teresitas que es la peor de las mafias. Y esto tal vez suene fuerte por cómo lo digo, pero vienen a decir lo mismo en el sumario los policías que investigaron el asunto.
Por ello hoy más que nunca creo que es fundamental la regeneración de la clase política, y ahí son los propios partidos que están luchando por cambiar toda esta triste realidad los que han de ser los primeros que griten el fin de los privilegios que concede la política a sus miembros y el endurecimiento del Código Penal para todos los delitos relacionados con la corrupción. Sólo así podrán salvar algo de la dignidad que les queda y empezarán a acercar la figura del político a la del ciudadano normal. Hoy, con el escandaloso sumario del caso Las Teresitas, tienen estos partidos una inmejorable oportunidad para empezar a sanear la podredumbre que tanto huele ahí dentro. ¿Serán capaces? Y si ellos no hacen nada: ¿seguiremos aguantando que los políticos continúen riéndose en nuestra cara?
¿Hasta cuando vamos a permitir que ellos que son los responsables directos de la crisis sigan tomando medidas que recorten nuestro bienestar mientras siguen con sus privilegios viviendo a espaldas de la ciudadanía?
¿Cuánto vamos a tener que esperar para que un ladrón que esté dentro de un partido y cometa un delito sea juzgado como un ciudadano normal, en tiempo y forma, sin dilaciones, sin escapatorias, sin el privilegio del aforamiento?
De verdad os digo, aunque suene fuerte, esta “clase” de impresentables no pueden ser respetados cuando su descaro y su desvergüenza son de semejante calibre, y eso que aún no sabemos más que una mínima parte de lo que habrá en esos 80.000 folios de sumario. No podemos seguir eternamente pasivos al respecto cuando cada día salen a la luz casos y más casos de corrupción que afectan a la gestión de lo público en España.
Para esta gente Tolerancia Cero. Ya es hora de exigir respeto, para nosotros, los ciudadanos, porque ya está bien.
Soy joven y tal vez no haya visto mucho todavía, pero he visto lo suficiente para estar muy harto ya. Porque no podemos seguir eternamente callados ante estos cuatro sinvergüenzas que están destrozando el futuro de millones.
Y vuelvo a preguntar: ¿Hasta cuándo?
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