Esta conferencia se enmarca en el ciclo de Divulgación Científica que pone en marcha el centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias
Las Palmas de GC, 17 de abril de 2010 |Cultura |Agencia ASSOPRESS.
El Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología de Las Palmas de Gran Canaria, centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias, acogió ayer viernes, 16 de abril, la conferencia La radiactividad en tu casa ¿Vivimos en un mundo radiactivo?, a cargo del catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Pablo Martel.
Esta conferencia se enmarca en el Ciclo de Divulgación Científica que pone en marcha el centro adscrito a la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias.
Pablo Martel explicó que “la radiactividad es un fenómeno que se origina en los núcleos atómicos de la materia. Es un proceso espontáneo por el cual unos núcleos inestables se transforman (se desintegran) en otros más estables, emitiendo radiación electromagnética muy energética o pequeñas partículas cargadas que tienen la propiedad de arrancar electrones de los átomos que constituyen la materia sobre la que inciden, pudiendo, de este modo, modificar las propiedades químicas de la misma. Esta emisión, llamada radiación ionizante, junto con los propios núcleos radiactivos inundan nuestro hábitat y a sus efectos estamos expuestos por el simple hecho de vivir en el planeta. Su origen puede ser natural o antropogénico”.
Durante su conferencia, Martel apuntó que “en la naturaleza encontramos diversas fuentes de radiación ionizante: radiación que viene del cosmos, radiación de la corteza terrestre y radiación interna procedente de núcleos radiactivos que incorporamos a nuestro cuerpo a través del aire que respiramos o de los alimentos que comemos. La exposición a la radiación natural depende del lugar donde vivimos. Así”, continuó, “en los lugares de mayor altitud recibiremos más radiación cósmica que a nivel del mar, ya que la atmósfera actúa como filtro. La composición del suelo (según sean más o menos ricos en uranio, torio o potasio-40) o el tipo de casa en la que habitamos también tienen influencia en el grado de exposición a la radiación natural. En concreto, el material de construcción de nuestras viviendas y su ventilación influyen en la concentración de radón (un gas radiactivo de origen natural) presente en el aire que respiramos. Esta incorporación de radón a través de las vías respiratorias junto a la presencia de núcleos radiactivos como el potasio-40, el plomo-210 o el carbono-14 en los alimentos y agua que ingerimos constituyen la causa principal de exposición interna de la humanidad a las radiaciones ionizantes”.
Además de la procedencia natural, varias actividades humanas en las que se generan o usan núcleos radiactivos, o bien, se produce directamente radiación ionizante, contribuyen a la presencia de esta radiación en el medioambiente. En este caso se suele hablar de radiactividad artificial y la radiación emitida también ha de ser tenida en cuenta para cuantificar la exposición a la que está sometida la población.
El catedrático de Física Aplicada de la ULGPC explicó que “de las diversas causas antropogénicas, la principal fuente de radiación ionizante a la que estamos expuestos proviene de la medicina, que la utiliza para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Más allá de este campo, los diversos usos de las radiaciones ionizantes en la industria, en la agricultura, o en la investigación científica, así como, las actividades de producción de energía eléctrica en las centrales nucleares, el accidente de Chernobyl, las bombas explosionadas al final de la Segunda Guerra Mundial o, los ensayos con armas nucleares realizados en el pasado, son factores que también se tienen en cuenta cuando se evalúa la radiactividad ambiental y la exposición de la humanidad a la misma”.
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