Telde, 10 de abril de 2010 |Opiníón | Aureliano Francisco Santiago Castellano
A poco se cumplan los análisis y proyecciones macroeconómicas que se anuncian para Canarias y España, todo parece indicar que esa será la consigna a seguir en los hogares, las empresas y las administraciones públicas en los próximos años. Más ahorro o estrecheces en los hogares no tocados por el desempleo y más dificultades en aquellos donde ha llegado. Más merma de ingresos y recortes en inversiones y personal en las empresas para mantener a flote su estructura y presencia en los mercados. Más ajustes, austeridad y prioridades en los servicios obligatorios a dispensar por las administraciones públicas, a fin de poder responder a lo socialmente urgente y emergente por obligación ética pero también presupuestaria. Pero siendo todo ello una realidad indiscutible e incluso dramática, sobre todo entre las familias más vulnerables, las empresas más pequeñas y los ayuntamientos con menos recursos, también es cierto que la crisis nos va a empujar a un cambio cultural que tal vez era también necesario que llegara.
Dicen los economistas más críticos con el capitalismo salvaje que imperaba antes de la llegada de este stunami socio-económico y financiero, que una gran parte de los hogares canarios y españoles vivían y gastaban por encima de sus posibilidades reales y que apenas se ahorraba. Dicen quienes manejan con solvencia la información generada por las entidades de crédito, el sector inmobiliario y el mundo interior de las pequeñas y medianas empresas en todo el territorio del Estado español, que durante las últimas décadas se habían creado negocios, asumido riesgos empresariales y concedido operaciones financieras que no aguantarían una mínima evaluación de manual. Y finalmente, son muchas las opiniones que coinciden en el argumento de que el solapamiento de funciones y la duplicidad de recursos ha convertido al conjunto de las administraciones públicas, sobre todo en el capítulo 1, en una fuente de gasto superior al soportable en pura lógica y por tanto susceptible de una profunda redefinición.
Está visto que los acontecimientos nos van a obligar a todos/as a redefinirnos en nuestros hábitos de consumo, en nuestras conductas frente a la precariedad y la adversidad, en nuestra manera de entender lo urgente y lo prioritario, lo necesario y lo superfluo. Esta crisis económica también ha puesto en crisis un modelo de conducta, un patrón de comportamiento colectivo que, a quienes tenemos edad para ello, nos traslada en nuestra memoria a varias décadas atrás y a quienes han nacido en la era del bienestar, ante una forzada experiencia vital que igual tampoco viene del todo mal. Las economías domésticas, los administradores de empresas y los gestores públicos vamos a tener que hacer más con menos. Todos vamos a tener que dar mayor protagonismo al esfuerzo, la creatividad, el sacrificio, la empatía, la sana reflexión y la búsqueda incansable de alternativas a lo que, tal vez antes, podía venir más dado, más fácil, más explícito.
Como los hogares y las empresas, las administraciones públicas estamos viendo muy mermados nuestros ingresos, más limitadas nuestras posibilidades de actuación en lo voluntario y reforzadas en aquello que es vital, irrenunciable, de primera necesidad para las personas, para la colectividad. Desde la altura de miras que tiene el conjunto de la comunidad humana que formamos, estoy convencido de que se entiende que algunas medidas presentes y futuras podrán ser impopulares, pero no por ello menos necesarias o resultado de actos sin fundamento. Estoy convencido de que la confianza que los teldenses han depositado en quienes hoy ostentamos la representación de los intereses generales de todos y todas, se cimenta, más allá de las simpatías políticas o no, en el sentido común, en el amor a esta ciudad y en el sentido de la responsabilidad. Sencillamente porque a todos nos va en ello tenerlos presentes ahora más que nunca. Pese las dificultades, esta ciudad ha recuperado comparativamente muchos enteros de normalidad, se está enfrentando con valentía y criterio a esta coyuntura y saldrá más fuerte de ella a poco broten con mayor fuerza los primeros signos de recuperación económica general que ya se están produciendo.
Paradógicamente, Telde va salir de esta dura coyuntura con más infraestructuras públicas habiendo tenido menos recursos; con más normalidad institucional habiendo tenido menos condiciones óptimas para ello; con más oportunidades para su desarrollo socioeconómico y estratégico con menos apoyos políticos que en otro tiempo. Quienes hemos asumido el deber de dar respuestas en todo tiempo, debemos darlas ahora con más razón, fundamento y obligación, aunque menos sean los recursos, las posibilidades y los márgenes para el consenso. Hagamos pues de nuestro común esfuerzo, la perfecta alianza que nos permita a todos/as poner en nuestro marcador un más en vez de un menos.
(*) Alcalde de Telde
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