A Coruña, 7 de abril de 2010 |Suso do Madrid
A estas alturas del mandato, el PSOE contaba con poder exhibir otro balance, y no el de un paro desbocado -más de 4,5 millones de demandantes de empleo no ocupados-, con una hemorragia de cotizantes a la Seguridad Social y unas perspectivas negras a medio plazo. El Gobierno, patéticamente, vuelve a pretender que las cifras del desempleo se vean como una mejora respecto a 2009, para ocultar que en mayo, junio y julio del pasado año el paro se redujo y que, desde entonces, no ha hecho más que aumentar. Las ingeniosas excusas de la estacionalidad y el clima deberían quedar para mejor ocasión. Parece que también contaba con que el principal partido de la oposición quedara pringado en el caso de corrupción por el que tanto ha apostado.
El temor de muchos socialistas es que el Gobierno haya llegado a su límite, a partir del cual no se toman decisiones correctas y la opinión pública no perdona un solo error. El paro de más de cuatro millones de personas es un dato que anticipa que esta crisis aún va a causar muchos daños y demuestra que la recuperación exigirá cambios estructurales en un sistema laboral que está desahuciado. Por eso, también las empresas deberán modificar sus hábitos de contratación, aprendiendo de los errores cometidos en los años de bonanza y apostando por la progresiva incorporación de jóvenes al mercado con sueldos dignos y estímulos a su productividad; valorando la experiencia de sus empleados y no penalizando la edad. Nadie debe ser ajeno al esfuerzo de la recuperación, esfuerzo que parece asusta al partido del Gobierno.
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