Málaga, 19 de abril de 2010 |Cartas al Director |Pepita Taboada Jaén.
Sr. Director:
Los miembros del Sanedrín que juzgaron a Jesucristo demostraban su ira o desacuerdo con las palabras del Maestro rasgándose las vestiduras para, posteriormente, condenar al reo. Sería su costumbre y así se narra en las páginas del Evangelio.
En nuestros días las costumbres han evolucionado en la forma, pero sigue existiendo la ira, la rabia en su máxima expresión, y también el justo enfado o la tristeza para condenar situaciones desagradables utilizando la pluma, el micrófono, la pequeña pantalla (las nuevas vestiduras) que a veces aprovechan algunos para arremeter desproporcionadamente contra personas e instituciones que les molestan de siempre.
Muy recientemente se han disparado los dardos sobre el Santo Padre, Benedicto XVI y en general sobre la Iglesia, con ocasión de destaparse los graves delitos de pederastia atribuidos a sacerdotes católicos. Estos hechos lamentables han proporcionado mucho sufrimiento al Papa –más de lo que podamos suponer- lo que no le ha quitado fuerza para afrontar este problema con energía y severidad.
Por parte de los sectores de siempre le han llovido críticas e insinuaciones mentirosas para intentar, una vez más, destruir la Iglesia ¡vano intento! La Iglesia cuenta con la promesa de su Fundador: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.
De todas formas, ese “rasgarse las vestiduras” es clara señal de ignorancia. Jesucristo eligió a doce hombres para que fueran sus seguidores y dieran testimonio de El. De esos doce uno le salió “rana”. Si actualmente hay en el mundo más de 400.000 sacerdotes católicos ¿De qué extrañarnos que aparezcan unos pocos –muy pocos- que han traicionado a su Maestro?
A la Iglesia y a todos los que la formamos nos duelen enormemente estos desatinos pero también sabemos que estamos formados con barro de la tierra y, por tanto, susceptibles de los mayores errores y horrores.
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