sábado, 17 de abril de 2010

Santa María de los Remedios

Torre del Mar (Málaga), 17 de abril de 2010 |Cartas al Director | Mª Luisa García Ocaña.

Conocí a la Virgen de forma natural en mi niñez ya que tuve la suerte de nacer en una familia cristiana. Recuerdo cómo mis padres rezaban el Rosario y nosotros, pequeñajos y poco devotos, hacíamos una fila detrás de mi padre que caminaba pasillo arriba, pasillo abajo y jugábamos a rezar, intercalando risas y pisotones.

Poco a poco fue tomando posición en mi vida, comencé a tratarla de forma más constante y se estableció un vínculo madre-hija, que ha ido en crescendo.

Ciertamente es fácil querer a una mujer que con su fidelidad a la voluntad de Dios, cambió el curso de la Historia. Es fácil imaginar su belleza singular, adornada de todas las virtudes, liberada de todo pecado, llena de humildad.

María, nuestra Madre, está en el Cielo, y en las calles de nuestro pueblo y ¡bellísima! bajo la advocación de la Virgen de los Remedios, aunque para mí, la devoción a María no acaba en el mes de mayo, ni en diciembre, ni en febrero.

Y es que la Virgen es muy grande. Cuando dejo atrás Vélez-Málaga busco el Cerro y me despido de Ella con un beso y un te quiero, y cuando regreso y vislumbro nuevamente el Cerro vuelvo a lanzarle un beso y un te quiero.

Dicen que los hijos se parecen a sus padres, y Cristo debe parecerse mucho a María. Yo, aunque soy muy poquita cosa, también quiero parecerme a la Virgen de los Remedios.

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