Villa de Santa Brígida, a 28 de mayo de 2010 | 13:41|Gabinete de Prensa Local.
La Villa de Santa Brígida, celebra a lo largo de todo el año, una amplia oferta fiestera por los distintos pagos de la geografía municipal, en las que se rinden homenaje a diferentes personajes religiosos. De todas ellas, solo dos trascienden de los barrios y constituyen organizaciones de ámbito municipal: Las Fiestas de San Antonio de Padua, en el mes de Junio y que las organiza el Ayuntamiento de Santa Brígida, y las Fiestas Patronales de Santa Brígida en el mes de Julio-Agosto, que las organiza una Comisión Parroquial de Fiestas, conformada por vecinos y vecinas de la Villa.
Son en estas últimas, las que se celebran en honor a la Patrona del Municipio, Santa Brígida, donde se viene organizando de manera habitual desde hace más de 50 años, una Ofrenda Romería, que con el paso del tiempo, ha ido creciendo en participación. Es un día especial para todos los satauteños, donde compartimos la diversión, la alegría y el jolgorio, en medio del fervor por nuestra patrona, al tiempo que celebramos nuestras tradiciones canarias más ancestrales, como medio rural en el que nos ubicamos.
En parte como consecuencia del incremento de la participación, en parte por el efecto de homogeneización que se viene sufriendo en todos los encuentros festivos de similares características de la isla, los parámetros de seguridad ciudadana se han ido viendo mermados. La Comisión Parroquial, responsable de la Ofrenda Romería, tras la edición del último año en la que se vio desbordada por el macro botellón, el lamentable estado en el que se quedaron las calles del Casco de la Villa, amén de otros comportamientos incívicos, le llevó a un replanteamiento muy profundo de la organización de la misma. Se valoraron muchas opciones, incluida la suspensión de la misma de manera cautelar. Finalmente optaron por formularle al Ayuntamiento una propuesta que permitiese continuar con la celebración de esta valiosa tradición, al tiempo que celebrarla en unas condiciones de seguridad más aceptables.
La propuesta formulada, básicamente consistió en constituir una Comisión Mixta, Ayuntamiento - Comisión Parroquial, que se hiciese cargo de diseñar y organizar la Ofrenda Romería. Esta propuesta, ha sido bien valorada por el actual Grupo de Gobierno, del Consistorio Satauteño y sin más dilación se ha constituido esta Comisión Mixta, que viene trabajando desde hace varias semanas.
El objetivo primordial que nos fijamos desde esta Comisión Mixta, es el de formular una estructura organizativa de la Ofrenda Romería, que sin restar ni un ápice de la frescura, la espontaneidad, la alegría y la diversión de los Romeros y Romeras, se desarrolle dentro de un orden de seguridad y tranquilidad para todos los vecinos de la Villa y visitantes que se unan a la fiesta.
Entre las prioridades que nos fijamos, sigue estando el potenciar las tradiciones como pueblo, la vestimenta tradicional canaria, el folklore, el baile y la música de nuestras agrupaciones folklóricas o la estética de las carretas. Entre otras medidas, si que podemos anunciar la decisión de rescatar este año, la celebración de la Ofrenda Romería, el domingo, como se hacía antaño y en horario de mañana-tarde. Esto, entendemos que nos va a facilitar rentabilizar más los esfuerzos en seguridad que este año se van a incrementar, con el aumento de los efectivos policiales y del equipo de organización que aportará la propia Comisión Parroquial, con voluntarios que se ubicarán a lo largo del recorrido, para vigilar el cumplimiento de las Normas de la Ofrenda Romería, que tendrán que asumir todos aquellos colectivos que se inscriban para participar de la fiesta.
En nuestro ánimo está, el dar cobertura organizativa a esta valiosa tradición para nuestro municipio, no solo por la importancia que tiene como fiesta de tradición y fervor religioso, sino también como valor patrimonial cultural, social e incluso turístico.
SANTA BRÍGIDA Y SUS FIESTAS PATRONALES
Pedro Socorro Santana
Cronista Oficial de la Villa de Santa Brígida
Las fiestas en honor a la patrona de Santa Brígida son muy antiguas. Tuvieron su origen aquel lejano 5 de agosto de 1545 cuando doña Isabel Guerra, la nieta del conquistador andaluz Pedro Guerra, decidió hacer su testamento, disponiendo hacer la fiesta en la primera ermita que se construyó en nuestro territorio y dejando para su sostenimiento un parral a perpetuidad que poseía en el pago de El Gamonal.
Desde la llegada de la primera imagen a nuestra parroquia, en pleno siglo XVI, la festividad de Santa Brígida, una abadesa irlandesa generosa, dispuesta siempre a conceder alimentos y hospitalidad a los necesitados, se celebró siempre el 1º de febrero, día en que murió la santa, y de acuerdo con el Calendario Eclesiástico o Santoral. La fecha elegida para la celebración de su festividad está también conectada con las labores agrícolas de la siembra en primavera, cuando empiezan a disminuir los rigores del invierno y los días son ya claramente más largos.
Pero en pleno siglo XIX hubo un cambio de fecha en su celebración. Fue el 10 de enero de 1832 cuando las autoridades eclesiásticas decidieron el traslado de la fiesta de Santa Brígida del 1º de febrero al primer domingo de agosto de 1832. Es decir, la Iglesia fue la primera en romper la tradición. ¿Pero cuál fue la razón de aquel cambio de fecha? Nuestro anterior cronista, don Pedro Vega Rivero, halló el oficio en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Entonces primaron las cuestiones meteorológicas y de participación para retrasar seis meses la fiesta y celebrarla en pleno verano.
LA ROMERÍA, UNA INVENCIÓN
Entre los actos de aquellos festejos de hace cien años no figuraba entonces la Romería-Ofrenda. Tardaría medio siglo en llegar. Se trata, por tanto, de un acto popular moderno, que surgió en el verano de 1956, como imitación de la Romería Ofrenda en honor a Nuestra Señora del Pino que, seis años antes, el Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de la villa mariana de Teror, bajo el asesoramiento del inolvidable maestro de la música canaria, Néstor Álamo, decidieron impulsar la peregrinación por excelencia, la que moviliza y conmueve a la totalidad de las voluntades de la isla.
Fue tanto el entusiasmo que despertó aquella masiva peregrinación de hombres tocados con sombreros y mujeres ataviadas con mantillas que Santa Brígida también quiso acoger en sus fiestas patronales una Romería-Ofrenda, pensando en los vecinos más necesitados, y a imagen y semejanza de la que ya se celebraba en la vecina villa mariana. Era párroco don Francisco González Vega y presidente de la primera comisión parroquial, el entonces joven Héctor Rodríguez de la Coba. Entre sus “inventores” se encontraban también Federico Salazar Galván, Manolito Navarro Moreno y nuestro inolvidable personaje popular, Juan Caña, entregado a la labor de hacer las medicinas en la única botica que existía en el pueblo.
El año de 2006 nuestra Ofrenda-Romería cumplió, por tanto, su cincuentenario, que cada año atrae y distrae a una ingente cantidad de romeros y visitantes llegados de todos los rincones de la Isla.
De unos años a esta parte, sin embargo, creo que hay una gran desidia con una fiesta que está llamada a ser uno de los principales reclamos turísticos y culturales de Santa Brígida. La última Ofrenda- Romería ha enconado, incluso, a muchos vecinos y ha sembrado resentimientos por doquier, sobre todo entre los defensores de las tradiciones, pues todos hemos sido testigos de que la cita anual de la festividad más popular parecía más un macro botellón que una romería. La antigua celebración religiosa ha derivado a una fiesta pagana. Esto es así y no queda más remedio. Es lógico que con tanto crecimiento poblacional nuestra Villa sufra una crisis de identidad, que se nota en el sentimiento de vecindad, en las tradiciones, en la carencia espiritual, de valores y, cómo no, en las fiestas.
Sin embargo, no queda otra que el consenso y el compromiso entre todos para lograr salvar la fiesta más antigua del pueblo, tanto por lo que significa en la historia de Santa Brígida como por las muchas posibilidades de promoción y de enseñanza a las nuevas generaciones urbanas que no saben de los esfuerzos y de las tradiciones de sus ancestros rurales. Ante los interrogantes que se plantean soy del parecer que al menos este debate de ideas permitirá a los satauteños, al Ayuntamiento (Festejos, Cultura, Servicios Sociales, Juventud, Policía Local, Protección Civil), asociaciones vecinales o culturales y a la comisión organizadora, sentarse por primera vez en la historia en torno a una mesa y repensar nuestras fiestas más populares.
No se trata de eliminar la Romería-Ofrenda, sobre todo después de que se ha recuperado, en parte gracias a una comisión parroquial que trabaja con esmero para que otros nos divirtamos, pero lo que queda claro es que hay que darle un aire nuevo. No digo repetir lo que se hacía hace un siglo, porque no parece lógico que en pleno siglo XXI se realice una sencilla representación religiosa como la de antaño. Pero habría que hacer algo porque una romería ofrenda que se precie tiene que ser transmisora de identidad, de la canariedad y, además, de la solidaridad, ese sentimiento que nace de lo más profundo de nuestra tierra dándoles forma y sentido a nuestras gentes y a nuestras fiestas.
Ciertamente, cada generación tiene derecho a ajustar las fiestas a su manera de ver y entender el mundo, pero sin desprenderse de la herencia anterior y sin renunciar ni a un solo suspiro de lo nuestro. Santa Brígida, sus habitantes, han ido perdiendo, una tras otra, muchas de sus tradiciones porque a diferencia de otros pueblos en los que la fiestas existían siglos atrás y casi son inamovibles, éste ha sido desde antiguo un pueblo de integración, y ahora un pueblo dormitorio de la ciudad, cuyo reflejo está en el censo poblacional, donde al menos el 68% de su población (19.845) es foránea. Es decir, todos los satauteños de adopción que han ido llegando de otros pueblos de la isla, de la península o del extranjero, han ido trayendo sus costumbres, su manera de ser, su idiosincrasia y hasta su manera de divertirse.
Así, a lo largo de las últimas décadas, hemos perdido fiestas tradicionales, como las de La Naval; hemos recuperado algunas (Los Finados) y hemos, incluso, creado otras fiestas que no existían, como la Traída del Barro (La Atalaya), la Bajada al Velero (Las Meleguinas), la romería de Nuestra Señora de la Luz, en Los Llanos María Rivera o la romería y los caballos en Pino Santo. Algunas de estas festividades las celebramos incluso con mayor eficacia y no poca participación.
En definitiva, la Villa de Santa Brígida, sus habitantes, hemos sido anfitriones a lo largo del tiempo de unas fiestas que han adquirido carácter tradicional y que hay que procurar que la ignorancia, el mal gusto o el exceso, no lesionen ese patrimonio espiritual y festivo heredado de quienes nos precedieron en la aventura diaria de vivir. Por tanto, entre todos tenemos que hacer un esfuerzo tremendo para lograr un ambiente idóneo en nuestra fiesta principal, donde nuestra romería pueda ser diferente a las demás, huyendo de la impersonalidad y de esa masa social que se mueve sin aportar nada y lejos de entender la esencia de este encuentro anual, donde se funde nuestra alma colectiva. Aunque para ello fuera preciso limitar el número de carretas y mejorar la calidad de éstas, cambiar su actual recorrido, mejorar la seguridad o incluso cambiar la fecha de la fiesta, de día o de mes.
Estas decisiones no es que vayan a solucionar todos los problemas, pero ayudaría en gran parte a minimizar los efectos. En todo caso hay una cosa que debemos tener presente y es que los satauteños somos los anfitriones de las fiestas patronales de Santa Brígida y podemos elegir cómo, cuándo y quiénes son los invitados a nuestra casa, a esa calle que es la casa de todos.
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