El 59º Congreso de la Asociación Española de Pediatría se celebra en las Palmas de Gran Canaria del 3 al 5 de junio
Es el tipo de cáncer más frecuente en niños.
El pediatra, a través de las revisiones periódicas, y los padres mediante la observación, juegan un papel fundamental en la detección del cáncer en su fase inicial.
La gran variedad de síntomas inespecíficos (fiebre prolongada, dolor de cabeza, anemia…) pueden ser confundidos con otras enfermedades, lo que dificulta enormemente su diagnóstico.
En los menores trasplantados es recomendable esperar uno o dos años para retomar el calendario vacunal.
Gran Canaria, 4 de junio de 2010 | Sanidad |Gabinete de Prensa.
”El pediatra juega un papel fundamental en el diagnóstico en fase inicial del cáncer infantil, lo que resulta vital para que el tratamiento sea más efectivo, aumentando de este modo las posibilidades de curación”. Así lo ha explicado el profesor Luis Madero, presidente de la Fundación Española de Pediatría en el marco del 59º Congreso de la Asociación Española de Pediatría, que se celebra en Gran Canaria, y que acoge dos mesas redondas relacionadas con los problemas hematooncológicos en las consultas de Atención Primaria y las vacunaciones en hemo-oncología.
La leucemia es el cáncer más frecuente en la infancia y ya es curable en un 80% de los casos. “Concretamente, las que más se dan son las leucemias linfoblásticas agudas, y suelen aparecer en edades comprendidas entre dos y ocho años”. Después de la leucemia, “los tumores del sistema nervioso son el segundo tipo de cáncer más frecuente en la infancia y pueden ocurrir entre los cinco y los diez años de vida”. Y seguido de éstos, se encuentran los linfomas, cánceres que se desarrollan a partir del sistema linfático. Con menos frecuencia, suele haber tumores de intestino delgado, en el hígado, bazo, sistema nervioso, y médula ósea.
Existen diferentes señales por las que se puede suponer que un niño padece algún tipo de cáncer. “Al menos el 85% de todos los tumores infantiles presentan síntomas parecidos: fiebre prolongada sin causa aparente, anemia, infecciones frecuentes, dolores de cabeza junto con alteraciones del sueño y de la conducta, entre otros. Dado que se trata una sintomatología que puede aparecer en otras dolencias infantiles es difícil para el pediatra detectar estos síntomas como parte de un proceso neoplásico”, asegura este experto.
Los métodos más utilizados en el tratamiento incluyen cirugía, radioterapia, quimioterapia, y en ocasiones, trasplante de médula ósea. En opinión del especialista, “es recomendable que el tratamiento del cáncer en los niños se realice en los Servicios hospitalarios especializados en Oncohematología Pediátrica, ya que estas unidades cuentan con el personal y los medios adecuados, pero el pediatra debe estar alerta ante las posibles recidivas de la enfermedad y vigilar los efectos secundarios del tratamiento”.
Calendario vacunal
Establecer el calendario vacunal de estos menores no es tarea fácil, debido a que su sistema inmunitario se encuentra debilitado como consecuencia de los tratamientos recibidos. Tal y como apunta el doctor Madero, “en general, en la vacunación de un niño con el sistema inmunodeprimido están contraindicadas las vacunas de microorganismos vivos por la posibilidad de producir enfermedad relacionada con la vacuna. Las vacunas de microorganismos muertos o inactivados pueden utilizarse con normalidad, aunque la respuesta puede estar disminuida”, subraya.
Del mismo modo, los pacientes trasplantados tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas y de que éstas tengan una evolución más grave. “En los casos de leucemia, que suelen requerir un trasplante de médula ósea, más conocido como trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH), las complicaciones a la hora de vacunar se basan en la disminución de las defensas que sufren por el efecto de la enfermedad inicial, el rechazo del órgano trasplantado y el tratamiento inmunosupresor para evitar ese rechazo”.
En este caso, añade el experto “la recuperación del sistema inmune es lenta y los trasplantados permanecen inmunodeficientes durante meses o años, por lo que hay que esperar uno o dos años para retomar el calendario vacunal del niño e incluso volver a revacunar una vez que ha concluido el tratamiento con quimioterapia”.
En el caso de los trasplante de órganos sólidos, “el momento ideal de administración de las vacunas es cuatro semanas antes del trasplante. El calendario de vacunaciones puede continuarse después del mismo, cuando la inmunosupresión esté superada, aproximadamente después de seis meses de realizado el trasplante”. En cualquier caso, matiza el doctor Madero, “cada caso es diferente y lo más importante es que exista una coordinación total entre el centro de salud y el hospital, ya que el oncólogo infantil y el pediatra deben adaptar el calendario vacunal del niño según su evolución”.
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