lunes, 14 de junio de 2010

La Última Cima

Valladolid, 14 de junio de 2010 | Cartas al Director | Josefa Romo Garlito.

Acudí a ver el documental “La última cima”, “la única película que se estrena por aclamación popular”. Quedé con ganas de volver a verla, no tanto por sus efectos especiales cuanto por la conmovedora figura del protagonista, Pablo Domínguez, que no deja indiferente al espectado. Este cura montañero era Decano de la Facultad de Teología San Dámaso, y estaba lleno de un dinamismo físico y espiritual que le llevó a coronar la cima nevada del Moncayo, la única que le faltaba escalar. Pablo tenía una personalidad muy atrayente: era guapo y alegre, joven pero maduro, grande pero humilde y se mostraba siempre generoso y simpático; era pobre porque “no dejó nada”, y rico porque sabía que Dios es lo primero y estaba siempre disponible para los demás. Como dice Juan Manuel de Prada, “La última cima es arriesgada, porque se atreve a homenajear la figura de un cura —y, a través de él, a tantos y tantos buenos curas— en una época que gusta de crucificarlos. Es aguerrida, porque se atreve a batallar contra la mugre de tópicos y prejuicios que circulan en torno al sacerdocio, y está poseída de un aliento épico que no se queda en el mero emotivismo”.

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